Viernes 20 de mayo de 2016
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s
por los medios masivos desde el Minis-
terio de Salud Pública cambiara su si-
tuación, sería importante evitar la
tendencia a estigmatizar y culpar a los
enfermos. Tanto para la prevención
como para los tratamientos que se fi-
nancien deben evaluarse prolija y perió-
dicamente los resultados, ese debería
ser el cambio principal.
—¿Cuál será el papel del Estado y
cuál el de la sociedad? ¿Perderá su
poder absoluto el médico?
—Si tomamos como ejemplo el infarto
cardíaco y cerebral, su impacto en la
mortalidad también comenzó a disminuir
mucho antes de la aparición de los trata-
mientos médicos modernos. Una vez
que quedó claro el rol del tabaco y la
grasa animal en la dieta, un grupo de la
población cambió sus hábitos a partir de
1960, en parte individualmente, otros
por influencia de organizaciones no gu-
bernamentales o campañas de difusión
de las autoridades de salud. En las pró-
ximas décadas solo se obtendrá una
disminución relevante si toda la socie-
dad se involucra.
—¿En qué?
—En las medidas más efectivas: 1) in-
corporar advertencias en los paquetes
de cigarrillos con imágenes, frases cla-
ras y un 0—800 para solicitar ayuda; 2)
mejorar la disponibilidad y acceso a co-
midas saludables a precios subsidiados
que permitan el incremento de consumo
de frutas, vegetales, en escuelas y am-
bientes de trabajo, reducir las comidas
con exceso de sal y grasas trans me-
diante acuerdo con la industria de la ali-
mentación y leyes obligatorias cuando
sea necesario; 3) un diseño urbano que
estimule la actividad física, incentivos
para competencias deportivas masivas
(no solo de la élite profesional), sendas
ciclísticas y peatonales, más espacio
para parques, gimnasios en los lugares
de trabajo. Solo la articulación de Es-
tado, empresas privadas y ONG pueden
intentar emprender ese desafío.
—¿Iremos hacia un sistema más fle-
xible en el que la sanidad no dependa
“
”
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En Cape
Coast,
Ghana, en
donde fue
invitada por
una ONG
dar una
charla.
Las nuevas enfermedades son muy de-
pendientes del estilo de vida y el modo
de relacionamiento social, sólo pueden
abordarse seriamente si se modifican
sus determinantes. Necesitamos incor-
porar en los próximos años más profe-
sionales de las ciencias sociales en
cargos ejecutivos del equipo de salud.
N
acido en San Luis en 1964, el
doctor Gustavo Alcalá hizo sus
estudios primarios y secundarios
en su provincia natal y se recibió de
médico en Mendoza en la Universi-
dad Nacional de Cuyo en 1989.
Hizo su Residencia en Cardiología
completada en el Hospital Marcial
Quiroga en 1993 y participó del
curso para Visitantes Internaciona-
les del Proyecto de Prevención
Cardiovascular Karelia del Norte,
Gustavo Alcalá
Instituto Nacional de Salud Pública,
Helsinki, Finlandia 1996.
Es médico de planta por concurso
en la Unidad Coronaria del Hospital
Marcial Quiroga, presidente Socie-
dad de Cardiología de San Juan
2010, tesorero de la Mesa Directiva
Nacional, Federación Argentina de
Cardiología 2012 y coordinador del
Servicio de Cardiología del Grupo
CIMAC (Centro Integral de Medi-
cina de Alta Complejidad)
solo de profesionales de la medicina
sino que habrá cada vez mayor parti-
cipación de educadores, asistentes
sociales, redes sociales, etc?
—Parte del incremento en la cantidad y
calidad de vida ha tenido que ver con la
mejoría en la situación económica y
educativa de una parte de la población
mundial. Pero no debemos omitir en el
análisis que la expectativa de vida para
el habitante de un país con 5.000 dóla-
res de ingreso per cápita (medido como
poder adquisitivo ajustado a la inflación)
a principios del siglo pasado era 50
años y en la última década del siglo pa-
sado era de 75 años. ¿Cómo se explica
esta enorme diferencia si el poder ad-
quisitivo es el mismo? La respuesta está
en el conocimiento científico (no solo de
las ciencias biológicas sino también de
las ciencias sociales) y su aplicación
para conocer en detalle las característi-
cas de la población y facilitar la adop-
ción de cambios saludables en el estilo
de vida. La gran asignatura pendiente
que tenemos en Argentina es llevar a
cabo intervenciones bien planificadas
que vinculen la investigación psicosocial
con la médica para superar los múltiples
obstáculos (culturales, políticos, econó-
micos, psicológicos, entre otros) que im-
piden un mejor estado sanitario de
nuestra población. Las nuevas enferme-
dades, muy dependientes del estilo de
vida y el modo de relacionamiento so-
cial, sólo pueden abordarse seriamente
si se modifican sus determinantes. Para
resumirlo en pocas palabras necesita-
mos incorporar en los próximos años
más profesionales de las ciencias socia-
les en cargos ejecutivos del equipo de
salud. ¿Y si el ministro de Salud fuese
un sociólogo?
— ¿Qué tipo de profesionales debe-
ríamos ir formando?
—Muchos más especialistas en Salud
Pública para que los encargados en las
áreas gubernamentales o municipales
tengan una sólida formación en gestión
desde la Universidad y el posgrado (ac-
tualmente predominan los miembros de
la “amigoteca”; los ginecólogos/as de la
esposa del intendente o el cardiólogo/a
de la madre del gobernante…). Muchos
más especialistas en medicina laboral,
la intervención en los lugares de trabajo
resultará clave en el futuro cercano. Mu-
chos más médicos/as de familia con una
perspectiva amplia biológica y social.
— Las poblaciones irán enveje-
ciendo. ¿Deberán fijarse prioridades
(etáreas o por prognosis) por parte de
la salud pública en cuanto a la aten-
ción y las prácticas médicas?
—En casi todos los países del planeta,
la proporción de habitantes de más de
60 años está creciendo más rápido que
cualquier otro grupo etáreo, como resul-
tado de una mayor expectativa de vida y
la disminución de la tasa de fertilidad.
En parte esto es un triunfo de la socie-
dad. El gasto en salud aumenta con la
edad pero se concentra en los últimos
dos años de vida, no importa qué tantos
años tenga la persona. A medida que se
vive más es imprescindible asegurar que
los años agregados a la expectativa de
vida sean saludables, de otro modo los
costos relacionados con la salud se vol-
verán inmanejables. Los ancianos salu-
dables representan un recurso valioso
para sus familias, comunidades y econo-
mías. En los países centrales la cre-
ciente población de ancianos saludables
juegan un rol crítico transmitiendo sus
experiencias y conocimientos, haciendo
trabajo voluntario, ayudando a sus fami-
lias en el cuidado de sus miembros y
aún participando de la fuerza laboral
rentada.
—Habló de ancianos saludables.
¿Cómo se logra?
—
La promoción de la salud y las activi-
dades preventivas a lo largo de la vida
pueden impedir o postergar el comienzo
de graves enfermedades como las vas-