El Nuevo Diario - page 13

Viernes 20 de mayo de 2016
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s
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En Cape
Coast,
Ghana, en
donde fue
invitada por
una ONG
dar una
charla.
Occidental, durante el cual se registra-
ron muchos muertos y heridos.
Otro operativo similar lo realizó en el
Congo Medio, una colonia francesa,
cuando se constituyó en estado autó-
nomo. Combatió en Argelia y hasta co-
rrió versión de que Sartí planeó un
atentado contra el entonces presidente
de Francia, Charles de Gaulle.
A raíz de estos hechos, y ya reconocido
como autor o principal cerebro de las
ejecuciones,
la justicia de Francia lo
condenó a muerte en la guillotina.
Mientras estos hechos ocurrían, se ase-
gura que Sartí había echado sus raíces
en Marsella, protegido por la mafia
corsa.
Y es en estos años que se pro-
duce la conexión que lo llevaría a
participar del asesinato de Kennedy.
Para la mafia marsellesa, la operación
le significaba miles de kilos de droga.
Para Sartí, aparte del negocio,
repre-
sentaba la posibilidad de respirar del
acoso a que lo sometían.
La conexión francesa
Pero… ¿Por qué llega la mafia corsa a
la Argentina?
Y es acá donde sigue un hilo conductor
que aparece por Marsella pero también
por Dallas e incluye el asesinato de
Kennedy.
Según contó el periodista Osvaldo Agui-
rre en una nota titulada “Contacto en
Buenos Aires — La Unión Corsa y el trá-
fico de heroína en los años 60”
(
) la punta de lanza en
el desembarco de prófugos de la justicia
francesa en Argentina parece haber sido
Auguste Ricord.
Condenado a muerte por colaborar con
los nazis, se radicó en Buenos Aires a
mediados de los años cincuenta. Detrás
suyo llegaron, entre otros,
Francis Ca-
pezza, Domingo Orsini, Christian
David, Armand Charpentier, Michel
Nicoli, François Chiappe y Lucien
Sartí.
Ricord anduvo por Brasil y Bolivia, ob-
tuvo la nacionalidad argentina y se aso-
ció con Orsini. Ambos fueron detenidos
en Buenos Aires en febrero de 1968 –
después que los delataran dos correos
apresados en Nueva York– acusados de
ser jefes de una banda que traficaba he-
roína hacia los Estados Unidos .
Era una rama de la organización de nar-
cotraficantes corsos cuyo tronco se en-
contraba en Marsella y realizaba
embarques de droga desde 1965. Tam-
bién sabían manejar sus relaciones:
pese a los cargos en su contra, Ricord y
Orsini lograron quedar en libertad y
abandonar el país.
El asalto
al Banco Nación
Explica Aguirre que “los nombres de
Chiappe y Sartí llegaron a la prensa
después del 19 de abril de 1968, cuando
cuatro hombres asaltaron la sucursal del
Banco Nación de avenida Independen-
cia y Boedo y se llevaron 65 millones de
pesos. Fue a primera hora de la ma-
ñana; la puerta de ingreso del personal
tenía un defecto que le impedía perma-
necer cerrada, por lo que los delincuen-
tes no encontraron mayores obstáculos
para llegar hasta la sala de atención al
público. Los asaltantes hablaban entre
sí en francés y ocultaban sus facciones
con medias de mujer y anteojos negros.
Después de encerrar a los empleados
en el subsuelo del banco, esperaron du-
rante una hora la llegada del contador,
cuyo nombre conocían. Tomaron café,
convidaron a los rehenes con cigarrillos
y les dijeron que hicieran de cuenta que
estaban viendo un asalto en el cine. Una
vez obtenido el dinero salieron a la calle,
abordaron un auto y se perdieron de
vista. Al día siguiente, la noticia del
asalto fue superada por otro episodio re-
sonante: el suicidio del mayordomo del
banco. El hombre no dejó ninguna carta
ni hizo alguna declaración que pudiera
explicar esa decisión. El día del robo
había faltado al trabajo, por estar en-
fermo; pero los delincuentes lo sacaron
de su casa, ubicada en el mismo edificio
de la sucursal, y lo encerraron en el sub-
suelo con sus compañeros. El hecho de
que se diera muerte antes de declarar
ante la policía hizo sospechar que había
sido cómplice en el golpe; dado el fra-
caso final de la investigación, el punto
no fue aclarado”.
A principios de mayo llegaron a Buenos
Aires dos investigadores de la Sureté.
Estaban al tanto de los pasos de los cor-
sos y dieron los datos que permitieron
ubicarlos a Chape y Sartí. Todos fueron
detenidos con excepción de Lili Rous, la
mujer de Sartí, también con pedido de
captura en Francia, que logró escapar.
Sartí se daba la gran vida en Buenos
Aires. Sus negocios pasaban por los
asaltos y la droga. Pero además, tenía
tiempo para comprar un yate y un lujoso
automóvil.
A esta altura digamos que la complici-
dad entre algunos estamentos judiciales
y los mafiosos comenzó a hacerse evi-
dente. La acusación por el asalto se di-
luyó, ya que los testigos no pudieron
identificar a los asaltantes del Banco
Nación. Y es en estas circunstancias en
que se produce el extraño traslado del
Lucien Sartí, uno de los delincuentes
más peligrosos del mundo, a San Juan,
una provincia con una cárcel semi-
abierta y una policía sin experiencia
para manejar situaciones de esta
índole.
Objetivo: matar al
presidente de los
Estados Unidos
¿Qué tiene que ver esta historia con la
muerte de Kennedy?
Al parecer, mucho. Tanto que, se ase-
gura, la presencia de la mafia corsa en
la Argentina fue parte del pago que
“algún organismo” que habría partici-
pado en la conspiración para matar al
presidente de los Estados Unidos, ofre-
ció a los asesinos. Una especie de “vía
libre” para actuar desde “un país latinoa-
mericano”, introduciendo droga en los
Estados Unidos.
La historia la contó Eduardo Valle, en la
edición dominical de El Universal el 23
de noviembre de 2003. Y dice:
“Durante cinco décadas, a partir de la
entrega del Informe Warren al presi-
dente Johnson en 1964, se han anali-
zado y discutido las conclusiones de
esa comisión.
La principal: Lee Harvey Oswald actuó
solo y disparó sólo tres tiros, hiriendo
mortalmente al presidente John F. Ken-
nedy y, en forma grave, al gobernador
texano John Connally.
Los hechos del 22 de noviembre de
1963, en la plaza Dealey, en Dallas,
Texas, estaban oficialmente aclara-
Pistola ametralladora PAM 1
9 mm. Era el arma preferida
por Sartí.
En las primeras y únicas
elecciones libres que se
celebraron en el antiguo
Congo belga en 1960, el
pueblo congoleño eligió de
forma abrumadora a Patri-
cio Lumumba, convirtién-
dolo en el primer Jefe de
gobierno de su país tras la
independencia. Lumumba
trató de aplicar en su país
una política anticolonial y
proafricana, razón fue sufi-
ciente para que contra él
se confabularan, en un es-
fuerzo concertado, los Es-
tados Unidos y las grandes
potencias europeas. En la
foto, el momento de su de-
tención. Lucien Sartí fue
mercenario contratado por
el gobierno belga para de-
sestabilizar el gobierno de
Lumumba.
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