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Viernes 20 de mayo de 2016
agenda
Juan Carlos Bataller
Juan Carlos Bataller @JuanCBataller
Juan Carlos Bataller
L
o confieso,
me preocupa
el creciente vandalismo
urbano.
¿Sabe?
Vándalos siempre hubo. Aunque
hay ciudades, en la Argentina y el
exterior, donde no se advierte
este fenómeno.
No es, entonces, un problema de
“la modernidad”.
Pero hoy corremos un riesgo
mayor:
que los vándalos se
transformen en dueños de la
ciudad.
Y esto puede ocurrir porque
hay
gente que cierra los ojos.
Y
otros, lisa y llanamente, son cóm-
plices de lo que ocurre.
¿Alguien puede dudar que
es vandalismo lo que está
ocurriendo en las escuelas con
bandas que entran de noche o
los fines de semana, destrozan
vidrios y sanitarios, pintan leyen-
das agresivas u obscenas y
hasta defecan en las aulas?
¿Puede considerarse “un
tema menor” que los canas-
tos de plástico para tirar los pa-
peles en la vía pública estén
fuera de uso? ¿Es admisible la
cantidad de contenedores que se
han incendiado en los últimos
tiempos?
En las rutas es lamentable el
estado de las señales. Algu-
nas fueron arrancadas. Otras
usadas de blanco para practicar
puntería con balas o piedras.
Es común ver a gente que
tira basura en baldíos o al
costado de rutas
Ni hablar de la cantidad de
frentes con leyendas escri-
tas con aerosoles.
s s s
¿Qué significa todo esto? ¿El re-
greso a los tiempos de la barba-
rie? ¿El fracaso de la educación
escolar y familiar? ¿El síntoma
más evidente de broncas acumu-
ladas en la población?
Que lo expliquen los sociólogos y
los psicólogos sociales.
Aunque puede haber una mezcla
de todo esto, estamos convenci-
dos que hay una causa principal:
no hay convicción para enfren-
tar el tema.
s s s
De a poco, hemos ido creando
una cultura que considera que
estos hechos vandálicos, que a
todos nos afectan, que disminu-
yen nuestra calidad de vida,
“son
cosas de niños”.
O el precio de
“vivir en democracia”. Nadie los
denuncia. Y si los denuncia,
nadie hace nada.
La destrucción o robo de elemen-
tos que son parte del patrimonio
común es una realidad mucho
más compleja de lo que parece,
ya que estos vándalos no siem-
pre son marginales, ni angustia-
dos desempleados, sino que hay
también adolescentes de clase
media y alta e inclusive adultos.
s s s
Independientemente de los moti-
vos lo concreto es que estos he-
chos navegan entre el delito y la
contravención en una forma por
demás peligrosa.
¿Por qué no se actúa entonces?
Leyes no faltan.
Digamos que cuando se trata
de simples contravenciones,
la ley 7819 dice, textual-
mente:
Artículo 187.-
Perjuicio a
la propiedad pública o
privada.
Será sancionado,
conjunta o alternativa-
mente, con pena de multa
de hasta quinientos jus (500
J) y/o arresto de hasta quince
(15) días:
1º)
El que apedree, manche, de-
teriore esculturas, relieves, pintu-
ras o cause un daño cualquiera
en las calles, parques, jardines,
paseos, alumbrado, redes de
cualquier servicio público, objetos
de ornato de pública utilidad o re-
creo, aún cuando pertenezcan a
particulares.
2º)
El que ensucie, raye o cause
cualquier depredación a
un automóvil u otra
clase de vehículo en la
vía pública o en mar-
quesinas, vidrieras de
comercios o placas de
particulares.
3º)
El que en lugares pú-
blicos, puentes, monu-
mentos, paredes de
los edificios públicos
o de casas particulares, fije
carteles, estampas, es-
criba o dibuje cualquier
anuncio, leyendas o expre-
siones, sin licencia de la
autoridad o del dueño, en su
caso.
4º)
El que despoje, sa-
quee, sustraiga, ponga
en peligro de pérdida, de-
saparición o destrucción
total o parcial los bienes
que integran el patrimonio
cultural o natural de la Provin-
cia o que perturbe su función so-
cial, de conformidad a la
legislación específica en la mate-
ria, siempre que el hecho no
constituya delito.-
En el caso de los delitos,
las
penas aun son mayores.
Le pregunté a un juez de faltas
cuantos casos han sido esclareci-
dos y condenados los autores.
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COLUMNISTAS
Los vándalos urbanos
Una sonrisa fue la única res-
puesta.
s s s
¿Y…? ¿Qué hacemos? ¿Cerra-
mos los ojos?
No nos engañemos. Esto no se
resuelve con más policías, sere-
nos o guardianes. Se resuelve
con
educación, inclusión inteli-
gente y penas
. Que no tienen
por qué ser de cárcel.
¿Qué es inclusión inteligente?
Lo contó Chiqui Fagale en La
Ventana: “teníamos una villa al
lado de la cancha de rugby y nos
robaban hasta los artefactos de
los baños. ¿Qué hicimos? ¿Le-
vantar más murallas? ¿Electrífi-
carlas? No. Los convencimos a
que vinieran a jugar al rugby.
Ahora son parte del club. Y los
primeros defensores de que
nadie robe nada”.
Eso es
inclusión.
s s s
¿Y las penas?
¿Cuánto vale un banco de
una plaza? ¿Mil pesos? Quie-
nes lo rompieron deberán
pagar 2 mil pesos. Y si no pue-
den pagar, los autores o los pa-
dres por no tener ingresos,
deberán trabajar sesenta días
haciendo monda de acequias,
limpiando banquinas, plan-
tando árboles.
Esta es la única forma de lo-
grar que la misma familia se
transforme en un factor de
contención
para tanta idio-
tez concentrada.
Pero, claro, lo primero es la
decisión política para que
se investigue quiénes son
los vándalos. Y convicción
para actuar en todos los
campos aunque se
trate de “nenes
bien” o un
chico indigente.