El Nuevo Diario - page 16

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Viernes 9 de noviembre de 2018
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UN CRIMEN PASIONAL CON
Rodríguez Peña quedó sola. A metros
de la puerta Carlo Passera permane-
cía de pie y con el arma en la mano.
Nogueira, sin dubitar, sacó su pistola
reglamentaria dispuesto a disparar si
era necesario. Sorpresivamente, el
joven se entregó. Pero antes de llevár-
selo detenido, Nogueira descubrió en
el suelo a un hombre que agonizaba, y
que murmuraba frases en italiano a su
mujer y a Passera. Carlo advirtió la
confusión del policía, y vio la oportuni-
dad de escapar. Carlo sube las escale-
ras, y la persecución comienza.
Asomándose a la calle, Domingo
Nogueira sólo ve una silueta os-
cura correr veredas abajo. Pero no
se alarma: recuerda muy bien el
traje color crema de Carlo. Y, don-
dequiera que esté, el criminal no
lleva armas: entre las manos de Do-
mingo está la Smith & Wesson cali-
bre 9.
Cuando regresa al interior de
la casa, ya Vittorio Meano, 44 años
de edad, el más grande constructor
Viene de página anterior
el 1 de junio de 1904 por el italiano Juan
Passera, su ex mayordomo y presunto
amante de su esposa, Luisa Meano.
lll
Pero vamos a la historia.
Durante la ausencia del arquitecto, un
amigo había visto a Catalina, la criada,
abrir la puerta del domicilio a Carlo
Passera, ex empleado del matrimo-
nio.
Víctor Meano,
alertado de la situa-
ción, regresó a la casa de Rodríguez
Peña con fundadas sospechas del mo-
tivo de la furtiva visita.
Caminó sin pausa hasta su casa, hizo
girar la llave. Subió la escalera y buscó
a su esposa. La encontró en la puerta
de una de las habitaciones altas, con
los ojos encendidos y las manos cris-
padas. Catalina escuchó que hablaban;
ella no entendía italiano, pero por el
tono de las voces dedujo que su pa-
trona no podría sostener la mentira.
Recordando las palabras que la señora
de Meano le había dicho una vez, se
estremeció. Al abrir la puerta, el primer
impacto que sufrió Meano fue el de re-
conocer a Carlo Passera, el mucamo al
que había despedido dos meses atrás.
Vittorio no entendía muy bien por qué
Luisa defendía siempre a ese joven
ineficiente, y constantemente le pedía
que lo dejara volver a su puesto. La se-
gunda sorpresa la recibió Meano al
comprobar que Carlo tenía puesta ropa
suya. Pero no tuvo demasiado tiempo
de cavilar al respecto. Enseguida fijó
sus ojos en el revólver que aquél ex-
traía de su bolsillo trasero.
lll
Al pie de la escalera, Luisa y Catalina
escucharon dos disparos. Domingo No-
gueira llegó a la casa del matrimonio
Meano tan rápido como pudo. Tuvo
que interrumpir su ronda diaria, pero la
alarma en los rostros de las mujeres
que lo llamaban parecía deberse a algo
importante. La esquina de Rivadavia y
El policía
Nogueira descubrió
en el suelo a un
hombre que
agonizaba, y que
murmuraba frases
en italiano a su
mujer y a
Passera
El
asesinato del
arquitecto
que construyó...
de Buenos Aires, había dejado de
pronunciar sus frases ininteligibles.
lll
Días después, Passera se presentó
ante el juez de instrucción acompañado
de su abogado, el doctor Torino, y re-
lató su versión de los hechos, di-
ciendo que se había defendido del
ataque el arquitecto; aseguraba tam-
bién que el arma homicida pertene-
cía a Meano.
Una investigación de la justicia logró
descubrir que el arma había sido em-
peñada y que el propietario era el ex
empleado. Esa prueba y las cartas
pasionales que se cruzara con la
viuda del arquitecto halladas en su
domicilio, echaron luz sobre lo suce-
dido la fatídica mañana del 1 de
junio.
Este asunto conmovió a la opinión
pública por las circunstancias del
hecho, lo que dio lugar a una actua-
ción judicial.
La instrucción terminó el 10 de junio,
incriminando a Carlo Passera por ho-
micidio, y a Luisa Fraschini por encu-
brimiento o complicidad.
Carlo Passera, exempleado
del matrimonio
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