—Mi madre era un ama de casa muy que-
rida, muy cariñosa. Yo era más para mi
padre, lloré cuando mi viejo se murió y al
mismo tiempo le pedí al médico que aca-
bara con la vida de mi vieja porque
estaba sufriendo demás, no
había nada que hacer. Y no
lloré tanto. Mi mamá era una
mujer muy querida pero
aquella que decía “no hagan
eso porque se lo voy a con-
tar a su padre”. No era la
madre educadora. El pode-
río lo tenía el viejo.
—¿Cuántos hermanos
eran ustedes?
—Cuatro, dos mellizas, uno
mayor que yo y yo era el se-
gundo. Mi hermano, igual
que yo, captó esa historia.
Mi viejo era muy, muy pobre
pero siempre reía. Siempre
era feliz. Siempre silbaba y
mi hermano a los catorce años
comenzó a laburar. Llegó altí-
simo, fue director presidente de
una multinacional, vive en Brasil
hasta hoy con un montón de nietos.
Ya es brasileño mi hermano.
—¿Y tus hermanas?
—Una es profesora de matemática, fí-
sica y química y la otra pintora, tam-
bién, autodidacta, nunca tuvo escuela.
—¿La escuela primaria la hiciste en
San Juan?
—En la Escuela Bernardino Rivadavia,
de donde salí a los 12 años. Ahí dejé un
busto de Bernardino Rivadavia en la di-
rección de la escuela.
—Hay dos facetas de Ricardo Bustos
conocidas por la gente. A lo mejor en
total son diez pero las conocidas son
la del cirujano plástico de renombre y
la otra es la del artista. Acá veo algo,
una estatua, que debe tener su histo-
ria.
—Es muy linda esa historia. Cuando
éramos niños nos fuimos a la Villa
América a vivir y mi papá plantó un du-
raznero en la puerta de mi casa. Al lado
había un surtidor. Entonces el duraz-
nero tuvo agua y creció. Al poco tiempo
salieron duraznos medio blancos, yo
me subí, un día comí uno y tenía un gu-
sano. Mi papá dijo “no tiene solución” y
lo decapitó. Dejó un tronco más o
menos de esta altura. Entonces yo
—Vamos a empezar por el principio. Ri-
cardo Bustos, sanjuanino de naci-
miento.
—Yo soy sanjuanino de nacimiento. El pro-
grama al que me han invitado es “¿Qué hi-
ciste con tu vida?” Yo le voy a cambiar el
sentido a esa frase y voy a decir ¿qué hizo
la vida conmigo? Porque soy así como la
Mercedes Sosa “gracias a la vida que me
ha dado tanto”, porque permanentemente
soy un tipo que piensa en lo que la vida
me ha dado. Pero en la realidad esto se
lo debo a un tipo, que era mi viejo, san-
juanino, de una familia muy humilde.
Trabajaba de noche en el correo y
de día en el comercio. Un tipo
que enseñaba con el ejemplo,
porque él no me decía “tenés
que ser responsable”. Yo me
acuerdo las navidades que
pasábamos en la casa de mi
abuelo y que a la una, mien-
tras todos estaban tomando
el clericó y el vino, él se iba
en su bicicleta a laburar. Él
nunca faltó, fue un ejemplo
de responsabilidad. Y de ahí
salimos cuatro hermanos.
—Estás contando tu historia sin
necesidad de preguntas, de
acuerdo. La idea es que no se trans-
forme en un discurso sino que vamos
de a poquito indagando en tu vida.
—Ahí viene una parte que es la más linda.
Mi infancia fue en San Juan.
—Tu infancia fue en San Juan, a eso
quería llegar. Has hablado de tu padre y
no de tu madre, ¿quién era tu madre?
8
CON TU VIDA
Escribe:
Juan Carlos Bataller
CIRUJANO Y ESCULTOR
RICARDO BUSTOS
l
“Yo nunca amé
la medicina. Yo
soy un cirujano
plástico. Odio a
los médicos, son
responsables
por crear
enfermedades y si
vos no sos un buen
clínico estás
haciendo mucha
cagada”.
“Tengo una amante
y una esposa”