actualizado para adaptarse al estilo de
vida actual en la nueva pirámide de la
dieta mediterránea. Se recomiendan unas
proporciones de los distintos grupos de ali-
mentos, la composición de las comidas
principales y además se incorporan la ma-
nera de seleccionar, cocinar y de consumir
dichos alimentos.
Críticas y
reconocimientos
El 16 de noviembre de 2010 fue declarada
Patrimonio Cultural Inmaterial de la Huma-
nidad en una denominación conjunta de
España, Grecia, Italia y Marruecos. Previa-
mente, en 2007, el Gobierno español pro-
puso la candidatura de la dieta
mediterránea para su inclusión en la lista
del Patrimonio Cultural Inmaterial de la
Humanidad, pero fue rechazada en la con-
ferencia internacional que la Unesco re-
alizó en Nairobi. En 2013, la Unesco
acordó que la dieta mediterránea sea ins-
crita como Patrimonio Cultural Inmaterial
de la Humanidad en Chipre, Croacia y
Portugal, tres años después de aprobar
este requisito para España, Grecia, Italia y
Marruecos.
Crítica
La dieta mediterránea, tal cual se plan-
teó, nunca ha sido consumida tradicio-
nalmente en ningún país mediterráneo.
Los estudios epidemiológicos muestran
que el consumo de huevos, por ejem-
plo, se situaría en torno a los 10 huevos
por semana, el consumo de carnes o pes-
cados es diario, y el consumo de helados
y otros dulces era comparable al de fruta
como postre, etc.
Cuando Keys analizó la dieta de Creta
en los años 1950, la comida estaba
bastante racionada, y quizás en ese
tiempo la dieta cotidiana de los cretenses
se pareciera más a la que él propuso.
Por otro lado, Keys se apoyó en la ima-
gen de salud proyectada por los países
mediterráneos entre los estadounidenses
para formular una dieta más racional, pues
la dieta norteamericana de su época abu-
saba del consumo de ciertos productos
(carne, huevos y mantequilla) e ignoraba
otros (verduras y pescado). Acabó formu-
lando una dieta en la que predominaban
los productos vegetales, complementada
con cantidades justas de carne y pescado.
Aunque nuestro imaginario colectivo
nos dice que todos nuestros abuelos
seguían la dieta mediterránea, debemos
recordar que, hasta los años 60 y 70, la
alimentación de mayoría de los españoles
tomaba estaba formada mayoritariamente
por cereales, patatas y legumbres, y no se
comían tantas verduras, frutas y pescado
como mandan los cánones de este régi-
men alimenticio (que, por otra parte, no
han sido estandarizados hasta hace unos
pocos años).
Finalmente, el estilo de vida que debe
acompañar a esta dieta también tiene
mucho que ver en nuestra salud. Algunas
de las pautas a seguir son las de abando-
nar el sedentarismo y tener una mayor ac-
tividad física. Asimismo, es importante
evitar las comidas rápidas, industriales y
precocinadas; que contienen gran canti-
dad de grasas saturadas y escasos nu-
trientes.
Viernes 19 de agosto de 2016
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UNA DIETA MÁS?
Fuentes
l
Wikipedia
l
Fundación Dieta Mediterránea
l
Infosalud
l
Medicina Plus