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Viernes 19 de agosto de 2016
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Su
relación
con los
Kennedy
MARILYN MONROE, EL SEX
sacó el tapado para mostrar un vestido
color piel cubierto en pedrería que mos-
traba sus curvas desnudas. La audien-
cia suspiró mientras ella cantaba
seductoramente su célebre feliz cum-
pleaños, ante 15 mil personas en el Ma-
dison Square Garden. Y Bob sucumbió
al hechizo. Por entonces, Marilyn ya
había afirmado a sus amigos que man-
tenía una relación sexual con el presi-
dente la cual, según afirmaba
irónicamente, le ayudaba con sus dolo-
res de espalda.
Sin embargo, y siempre según el libro,
fue ella quien esa noche decidió que
quería dar un paso más con Bob. En pa-
labras del autor, esta “química” quedó
patente cuando, según fuentes de la
época, Monroe inmovilizó al hombre
contra la pared con un objetivo clara-
mente sexual delante de su esposa
Ethel. Aunque a la actriz no pareció im-
portarle, no sucedió lo mismo con la
mujer de Bob que, al llegar a su hogar,
dijo que aquella escena era lo más as-
queroso que había visto en su vida.
Según el entrevistador Lou Harris, “Ma-
rilyn fue detrás de Bobby. Y ambos si-
guieron adelante. Ella literalmente lo
clavó contra la pared y lo mantuvo atra-
pado... Ethel se disgustó tanto. Pero a
Marilyn no le importó. Era muy des-
carda, una chica descarada... realmente
fue tras él. Y cuando Marilyn iba por al-
guien, era algo digno de ver”.
Desde ese momento, y durante los tres
meses que permaneció con vida Monroe
(falleció en agosto), el autor afirma que
ambos se vieron de forma fugaz una y
otra vez en encuentros en los que
Bobby probó la “química sexual” que
había entre ambos.
La muerte de Marilyn
Esta teoría coincide, en parte, con la ex-
puesta hace unos años por los archivos
de Fred Otash, uno de los detectives
más destacados de Hollywood. Otash
destacó que Bob acabó con la vida de la
rubia cuando, después de mantener una
relación con ella, Marilyn empezó a gri-
tarle que se sentía como un objeto.
A las 3 de la madrugada, la señora Mu-
rray, su ama de llaves, la encontró en la
cama en una postura extraña, con el te-
léfono fuertemente aferrado en una de
sus manos y las luces encendidas. Un
frasco vacío de Nembutal encima de la
mesilla atestiguaba la ingestión masiva
de pastillas por parte de la estrella. El
médico forense certificó su muerte y ex-
presó su convencimiento de que se tra-
taba de un suicidio.
En años posteriores, una auténtica in-
dustria del escándalo, de la que forma-
rían parte la prensa amarilla, la de
extrema derecha y un Norman Mailer
arruinado y angustiosamente necesitado
de dinero, especularon incansablemente
sobre la relación entre su muerte y los
hermanos Kennedy.
No era la primera vez que había ingerido
una sobredosis de barbitúricos combi-
nada con alcohol: exactamente lo
mismo había ocurrido en la primavera
del año anterior, poco después de la se-
paración de Miller y del estreno de Vidas
rebeldes. La policía, extrañamente, no
reveló el nombre de la sustancia que
había tomado Marilyn, e incautó y re-
husó hacer públicas las cintas magneto-
fónicas de la compañía de teléfonos en
que estaban grabadas las llamadas que
efectuó la noche de su muerte.
Esto no hizo más que confirmar las sos-
pechas de que Marilyn llamó a alguien
en busca de ayuda, alguien cuya alta
posición pública no le permitía afrontar
el escándalo que hubiera supuesto
verse envuelto en semejante asunto.
Pese a la infinidad de biografías y libros
que sobre ella se han escrito (inclu-
yendo su autobiografía, aparecida pós-
tumamente en 1974), en los que se ha
podido percibir esa otra Marilyn que no
se ajusta al tópico, aún hoy sigue apare-
ciendo en primer lugar, o en un lugar
muy destacado, en toda clase de ran-
kings más o menos frívolos.
Marilyn Monroe
sabía demasiado
Todo en el libro, Donald H. Wolf apunta
hacia esta hipótesis que justificaría el in-
terés de las altas esferas por eliminarla,
dado que la actriz, hasta poco antes de
su muerte, había mantenido una estre-
cha relación con Robert Kennedy y su
hermano, el presidente John Fitzgerald
Kennedy, así como con Frank Sinatra y
sus amigos de la Mafia. Además, sin
que ella lo supiera, varias personas de
su círculo estaban vinculadas al comu-
nismo, lo que era conocido por los servi-
cios secretos estadounidenses.
Así lo demuestra un documento del FBI,
fechado el 6 de marzo, cuyo encabeza-
miento reza: “MARILYN MONROE-
ASUNTO DE SEGURIDAD- C.
(COMUNISTA)”, y que fue obtenido tras
una estancia de Marilyn Monroe en Mé-
xico, desde donde se envió al despacho
de J. Edgar Hoover -director del FBI y
más tarde de la CIA- en Washington. Así
lo relata el autor:
El informe, archivado varios días des-
pués de la partida de Marilyn de México,
se refiere a las conversaciones que tuvo
con Frederick Vanderbilt Field referidas
a informaciones confidenciales de las
que ella se había enterado hablando con
el presidente y el fiscal general.
J. Edgar Hoover vivía alarmado por la
afición de Kennedy por las mujeres y
profundamente molesto porque no se
hacía caso de sus advertencias. En esta
ocasión le disgustó sobremanera ente-
rarse de que Marilyn Monroe, sin propo-
nérselo, hubiera pasado información
confidencial a un comunista que, como
sabía el FBI, estaba en contacto con es-
pías extranjeros. Según fuentes allega-
das a Hoover, el director se enfadó
como nunca lo habían visto sus subordi-
Que John Kennedy y Ma-
rilyn eran amantes, hasta
ella misma lo admitía. Su
célebre “Happy birthday Mr.
President” fue una muestra
descarada y pública de la
relación entre ellos. Pero la
blonda mantuvo también y
hasta su muerte una intensa
relación con Robert (Bob)
Kennedy.
Marilyn Monroe entre Robert y John Fitzgerald Kennedy tras cantarle a este último el famoso “Happy Birthday, Mr. President!” Sin ropa interior,
la actriz lució un modelo color carne —lo que le daba un aspecto transparente—, tan sumamente ajustado que tuvieron que cosérselo por de-
trás, una vez puesto, y que acabó estallando.
Marilyn Mon-
roe en la playa
de Santa Mó-
nica, Califor-
nia (fotografía
tomada
por George Ba-
rris el 13 de julio
de 1962, tres
semanas antes
de la muerte de
la artista).
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