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Viernes 3 de marzo de 2017
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ENRIQUE PINTOS: “TODO COMENZÓ...”
rado para el siguiente. Mientras el se-
gundo salía al aire, el primero corría al
tercer stand y volvía a salir y así suce-
sivamente. El conductor era Rony Var-
gas y el programa tenía muchos
entretenimientos, juegos y música.
—Actuaba mucha gente…
—Sí, porque el programa tenía seccio-
nes o partes diferenciadas. Había una
parte para niños, otra de deportes con
Carlos Meni y Juan Carlos Palma, y así
iba pasando gente. Los cameraman
terminaban agotados.
—¿
Cuánto duró Telesábados Gigan-
tes?
—Creo que más de dos temporadas
largas. La gente no ganaba, no sé
dónde estaba el negocio. Yo no conocí
ninguna agencia que se hiciera rica
acá en San Juan; al contrario, muchas
se fundieron. Creo que había mucho
de aventura, de afán de hacer.
—¿Había “famosos” de la televisión
local?
—La televisión provocaba un efecto es-
pecial. La gente se peleaba y se pe-
gaba para entrar a los programas en
vivo y los que salían al aire eran estre-
llas. Yo era famoso y eso que lo único
que salía era mi nombre en un cartel.
—En los 70 llegó el video, ¿qué cam-
bió?
—Fue un cambio importante. Podía-
mos grabar bloques de los programas
y entonces evitábamos los accidentes
que pasaban en vivo, que en los prime-
ros tiempos eran muchos.
—Venían muchos artistas de afuera
—Sí, especialmente a un programa
que se llamaba Casino Show. En los
70 el Casino provincial traía todos los
fines de semana dos figuras importan-
tes a nivel nacional para que actuaran
en su boite. Por un acuerdo de canje
por publicidad, participaban el viernes
en el programa Casino Show. Por ahí
pasaron las figuras más famosas de la
Argentina en ese momento: Olmedo,
Guaraní, Alba Solís, Enrique Dumas.
—¿Qué opinás de la televisión de
hoy?
—Es otra época, es una televisión más
directa, más llana; creo que antes te-
níamos otros criterios de calidad. En
este contexto tenés un Tinelli, por
ejemplo, que siempre va tocando la
línea de hasta dónde se puede llegar:
hoy medio desnudita, mañana desnu-
dita del todo y así sucesivamente.
—¿Dirías que todo tiempo pasado
fue mejor?
—No, en absoluto. Se ha avanzado
mucho y eso es evidente en la televi-
sión sanjuanina y nacional. A nivel
local, te diría que lo más serio que se
está haciendo es La Ventana. En los
canales nacionales sigue habiendo
buena calidad en las telenovelas y en
el deporte, pero también se hacen mu-
chos programas “a la parrilla”: conduc-
tores que improvisan y le “tiran la
cámara” a cualquier invitado. Cuando
no hay inversión, se nota.
—Siempre le decías a tus alumnos
que la televisión pobre no existe…
—Y es así. Esto es un negocio y el que
piense que la televisión puede ser otra
cosa está equivocado.
“En vivo y en directo”
— Hay cientos de anécdotas de si-
tuaciones cómicas que sucedieron
cuando todo era en vivo ¿De cuá-
les te acordás?
— Hacíamos en vivo, desde el estu-
dio, las misas de los domingos, con el
padre Maggi. Traían niños de las es-
cuelas que, como tenían que comul-
gar, llegaban en ayunas. En verano,
con 45 grados dentro del estudio, los
pibes se iban desmayando. A tal
punto era esto un problema, que te-
níamos una persona cuya principal
ocupación era ir sacando disimulada-
mente a los chicos que se caían al
piso desmayados. Y la misa seguía…
— Una vez se desmayó Nina Gal-
ván…
— Si, una vez, estando en vivo, se
empezó a sentir mal y se desmayó,
pero lo peor es que se agarró de la
punta del decorado, que era como
un castillo de naipes, y con
ella se vino todo el estu-
dio abajo.
— Con el video eso ter-
minó…
— El video tape nos per-
mitió evitar esos acciden-
tes, aunque el primero
que vino era sistema cuá-
druple, con el que había
que grabar de punto a
punto, es decir, un bloque
entero, de corte a corte. El
problema era que si estabas
grabando un bloque de ocho
minutos y se equivocaba en
el séptimo minuto, tenías que
empezar de cero.
— ¿Qué fue lo peor de lo que re-
cordás?
— No sé, hay miles, como una vez
que Guillermo Grau desarmó una co-
cina en vivo. Él tenía que mostrar lo
fácil que era sacar la puerta para lim-
piarla y la cocina se empezó a caer a
pedazos. Otra vez un tipo que hacía
de payaso en el bloque infantil de un
programa llegó borracho y empezó a
contar cuentos verdes al aire. Una de
las peores situaciones que pasé fue
en el 69, para el quinto aniversario
del canal. La empresa organizó una
gran fiesta que se llamó Paella Show,
en el lugar donde funcionaba la Ter-
minal de Ómnibus, donde ahora está
Carrefour. El lugar era un tubo, corrió
viento y el humo de las paellas, que
se cocinaban detrás del escenario, no
dejaba ver nada y estábamos trans-
mitiendo en
vivo.
Pintos en el primer control de cámaras que tuvo Canal 8. “Poníamos todo sobre una de las
mesitas del bar de la boite del Hotel Estornell”
En los años 60 grandes programas ocupaban las preferencias de la audiencia los sábados
por la tarde, tanto en la televisión nacional como la local. Los sábados al mediodía Alfredo
Espinoza conducía junto con Mario Pereyra un programa que se denominaba “Sábados de la
alegría” y que se emitía por Canal 8. Esta foto de 1968 muestra a los conductores durante
uno de esos programas. (Foto proporcionada por Alfredo Espinoza)
Recuerdos
Los cameraman
estaban estáticos,
ni la cámara ni el
operador se movían
en horas. Esta
cámara era a
lámpara, y esa
lámpara se
quemaba cada
tanto, mientras
estábamos
al aire
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