T
omás Gómez Centurión es fanático
de River, amante de los deportes, ju-
gador de tenis de mesa, integrante
de la selección nacional de ese deporte
adaptado, cantante, guitarrista, está ena-
morado de la música y anhela poder vivir
de su arte y llevarlo a otras partes del
mundo. Tiene 25 años, está planeando via-
jar solo a Europa, sueña con conocer otros
lugares y con encontrar alguna oportunidad
para su voz y su guitarra.
Ya pasaron siete años desde que su vida
cambió por completo, después de tener un
accidente automovilístico llegando a su
casa, en Zonda, que lo dejó sin poder cami-
nar. Lejos de lamentarse por lo que pudo o
no ser, tomó la posta de ese desafío de
vida: Aprender a manejarse en silla de rue-
das, a hacer las cosas de siempre, de una
manera diferente.
Hace unos días su talento para la música
se hizo más conocido cuando cantó junto a
su cuñado, el actor Darío Barassi, una con-
movedora versión de la canción “Hallelujah”
en el programa “Laten corazones”, que con-
duce Mariano Iúdica. Hijo del reconocido ar-
tista plástico, Carlos Gómez Centurión,
Miércoles 23 de diciembre de 2015
10
TOMÁS GÓMEZ CENTURIÓN, SIETE AÑOS DESPUÉS DE SU
Mi idea es sacar un
disco entre fines de
enero, principios de
febrero y en marzo me
voy a Europa. Voy
totalmente solo, es un
súper desafío para mí,
creo que voy a
aprender muchísimo.
“
”
En 2008 Tomás sufrió un accidente auto-
movilístico que lo dejó en silla de ruedas.
Lejos de limitarse, el joven apostó por otros
proyectos. Sueña con vivir de la música, le
encantan los deportes e integra la selección
nacional de tenis de mesa adaptado. Es
hijo del artista Carlos Gómez Centurión y
hace unos días cantó junto a su cuñado,
Darío Barassi, en Laten Corazones.
Tomás se radicó en Buenos Aires y se las
rebuscó para vivir y manejarse solo en la
gran ciudad, donde trabaja en la Agencia
Gubernamental de Control.
—¿Cómo surgió la idea de participar
en Laten Corazones con Darío?
—Al “gordo” (Darío Barassi) hacía mucho
que lo venían llamando y tenía que cum-
plir. Primero le dijo a mi hermana, porque
ella canta, pero le dio vergüenza. Enton-
ces me dijo a mí y yo soy un caradura. Le
dije “vamos, capaz que nos ganamos las
50 lucas por la silla”, si al Mariano Iúdica
le gusta hacerse el sentimental. Hicimos
los arreglos y nos juntamos un par de
veces.
—¿Suelen cantar juntos?
—Cada tanto, cuando vamos a la casa de
mi vieja, que vive en Manzanares, partido
Pilar, nos comemos un asadito y siempre
sale la guitarra.
—¿Hace cuanto que cantás y tocás la
guitarra?
—Siempre fui muy musical. Desde chico
agarraba algo y lo transformaba en tambor
o algo así. Formalmente empecé a estudiar
a los trece con un profesor de guitarra, es-
tudié cinco meses, no fui más y me largué
solo a investigar el instrumento. En la se-
cundaria tuve una banda, después fue lo
del accidente y me vine para acá. Primero
estudié periodismo, no me gustó y opté por
la música. Lo que contó Darío en el pro-
grama, que cuando fue a verme al sanato-
rio yo estaba con la guitarra, es cierto.
Llegó un momento que estaba ahí y decía
“tráiganme una guitarra”. No podía estar sin
cantar. Ahora estoy estudiando por mi
cuenta guitarra, armonía, interpretación y
composición. Estoy indagando en el mundo
de la poesía, en lo que se llama poesía ca-
llejera.
—¿Actualmente estás tocando con al-
guien?
—Sí, con un amigo tucumano. Hace po-
quito tocamos juntos en lo que se llamó “El
ensamble verde”, que fue el proyecto más
formal que tuve, pero no funcionó. Ahora
estoy solo pero cuando toco en general es
con él y estamos armando un grupo con un
amigo de Neuquén.
—¿Hace cuánto te radicaste en Buenos
Aires?
—Hace siete años. Me accidenté a media-
dos de 2008, en agosto, estuve diez días
en San Juan, me vine para acá y ya me
quedé.
—En tu recuperación, ¿qué lugar tuvo la
música?
—Siempre me acompañó, desde la escu-
cha o desde la composición. Yo me acci-
denté el 3 de agosto y en diciembre estaba
“Tuve que
crecer
de golpe”
Una nota de
Noelia Escales