Viernes 19 de mayo de 2017
E
n los años fundacionales de El
Nuevo Diario se llevó a cabo el
Congreso Pedagógico cuyas
conclusiones tomaron entidad norma-
tiva con la Ley Federal de Educación.
En San Juan fue sancionada en 1996
la Ley General de Educación; ambas
fueron derogadas por las vigentes
Leyes de Educación Nacional y Pro-
vincial.
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Bajo el amparo de estas normas se
operó en el sistema educativo una
serie de reformas, algunas perma-
necen con retoques o cambio de
nombres, otras se diluyeron en el
tiempo.
Se modificó la estructura del sistema,
se atendió a la educación inicial, se
extendió la escolaridad obligatoria,
hubo marchas y contramarchas en la
capacitación de los docentes, se me-
joró la infraestructura escolar, se re-
novaron contenidos y la tecnología
tímidamente entró a las aulas.
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Hubo cambios en la macro política
educativa, y comprobamos que eso
no alcanzó para mejorar la calidad
de los aprendizajes de los alumnos
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Es que la verdadera transformación
debe operarse en el interior del
aula, en la vida cotidiana de las
instituciones educativas y en eso
todavía estamos en deuda.
Algunos docentes puntualizan que
ha cambiado favorablemente la mayor
libertad y participación para la selec-
ción y abordaje de contenidos; la
importancia que se ha dado al trabajo
en equipo tanto de alumnos como de
docentes; la participación del alumno
en el proceso de aprendizaje; la prác-
tica cotidiana de valores democráticos
como participación, opinión; abordaje
de la sexualidad; proyectos para tra-
bajar valores en el aula, y que las ins-
tituciones educativas hacen su pro-
pio Proyecto Educativo Institucional.
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Señalan que no ha cambiado la ar-
quitectura y diseño de las aulas y del
edificio escolar, la organización de
los tiempos y de los espacios curri-
culares que siguen siendo comparti-
mentos estancos; la escasa
participación de los padres y de pro-
cesos genuinos de articulación intra
e inter institucional; tampoco han
cambiado los paradigmas de eva-
luación del alumno que continúa
siendo segmentada y no se han in-
corporado a la práctica cotidiana re-
cursos tecnológicos.
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Como cambios desfavorables me
atrevo a identificar la
pérdida de la
comunidad educativa
integrada
por padres, docentes y alumnos.
La
crisis al igual que en el seno de
las familias, está en lo vincular, en
el modo de relacionarse los miem-
bros entre sí
. Hoy es escasa la
vinculación cooperativa con la fami-
lia, por ahí prima la oposición o de-
sacreditación a la tarea docente y a
la institución.
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La
pérdida de la autoridad peda-
gógica y ética del docente.
Siem-
pre hubo y hay docentes que se
hacen respetar sin recurrir a medi-
das extremas, con su solvencia pro-
fesional, con su actitud, capaces de
enseñar y conducir, de exigir y tole-
rar, de comprender y animar. Pueden
ser los resistidos pero los más valo-
rados después .La educación no
puede prescindir del prestigio profe-
sional que hace creíble el ejercicio de
la autoridad. Ese prestigio surge de la
experiencia, de la actualización y de
la coherencia de vida.
La violencia como
hecho social y escolar
H
a cambiado también “el su-
jeto de aprendizaje”, hoy las
aulas están pobladas por
nuevas infancias y adolescencias
con características muy diferentes y
que presentan otros desafíos a los
educadores.
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Y surgen cuestionamientos: ¿esta-
mos preparando a los alumnos
para el complejo mundo en el que
les tocará desempeñarse? ¿Cómo
se los prepara para el trabajo en
contextos de modificación de para-
digmas laborales? ¿Hasta dónde
para desarrollarse como personas
en paradigmas competitivos que
exigen mayor fortaleza ética?
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Se c
onsideran como cambios ne-
cesarios:
redefinir la función de la
escuela en una sociedad- cultura en
la que se accede al conocimiento por
otros medios tecnológicos; desarro-
llar el pensamiento crítico, creativo y
ético; trabajar la interdisciplinariedad;
usar las nuevas tecnologías. R
evi-
sar la mirada del alumno, las prác-
ticas pedagógicas, la escuela
como comunidad incluyente que
construye sentido de pertenencia,
promueve la participación, cultiva
la valoración de las personas y
atiende al ejercicio de derechos y
deberes de todos sus integrantes.
Todos son
desafíos educativos
M
uchas cosas han cam-
biado desde aquellos
años, otras no tanto y han
surgido nuevas necesidades
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Aumenta la exigencia de que la
educación sea verdadera educa-
ción,
la demandan los padres, la so-
ciedad e incluso los alumnos porque
necesitan una educación que les
sirva ante los desafíos de la vida y
que les permita insertarse en el
mundo con sólida preparación, pero
también con criterios éticos de vida,
ya que las conductas personales tie-
nen consecuencias en la sociedad.
Sin criterios éticos se corre el riesgo
de una creciente deshumanización.
La educación tiene que responder a
ello.
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No todo es cuestión de recursos
económicos. Hay que recuperar el
sentido, la importancia, el valor
que tiene la educación para al
niño, el joven, la sociedad; porque
sin conciencia del valor no se sos-
tienen las acciones y muy pronto
dejan de tener sentido las normas.
*Profesora, exministra de
Educación de la provincia.
AÑOS
31
16
Escribe
Ana María Nieto de García*
La verdadera transformación debe operarse
en el interior del aula, en la vida cotidiana de
las instituciones educativas y en eso todavía
estamos en deuda.
s
s
¿En qué
cambió la
educación?