El Nuevo Diario - page 10

y estadísticas integradoras, todavía no se
logra.
—Sin estadísticas es más complejo el
trabajo, sobre todo pensando en el rol
de las mujeres en estos temas. En el
caso de esta nena, la tía –quien su-
puestamente fue cómplice de su ma-
rido en el abuso— sostenía que todo
era mentira de su hermana para ven-
garse. ¿Es habitual encontrar estas
conductas cómplices en las mujeres?
—Básicamente hay dos situaciones: una,
que creo que es bastante común, tiene
que ver con el círculo de la violencia y el
sometimiento, al que se agrega la cues-
tión del abuso sexual. La madre, de algún
modo, es más víctima que cómplice por-
que también ella está sometida por distin-
tas situaciones y esa es una parte de este
problema. La otra situación ya es la com-
plicidad, porque la mujer es tan patoló-
gica como el hombre. Es bastante difícil
ese límite en situaciones que están atra-
vesadas por violencia familiar. Tuvimos
casos en los que esa madre también fue
víctima de abuso sexual en su infancia.
Entonces, lo que hace es seguir reprodu-
ciendo lo que ya vivió. Este tema va
mucho más allá de la moralidad y no
tiene que ver con la posición económica,
es un tema mucho más profundo.
—¿La complejidad de la problemática
reside en que es cultural?
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Sabemos que en
todas estas
problemáticas hay
más de lo que
nos llega
Viernes 28 de julio de 2017
casos?
—No me parece un mal razonamiento.
Vos decís “tantos” y sabemos que en
todas estas problemáticas hay más de lo
que nos llega. Suelo decir: Por suerte los
periodistas no se enteran de todo lo que
atendemos, porque para nosotros no ha
variado tanto, pasa que ahora es más pú-
blico. La complicación se genera con la
estigmatización que produce el trata-
miento público de estos temas. Eso hace
que sea más difícil y muy estigmatizante
para el que lo padece.
—¿Tienen estadísticas?
—Estadísticas formales que integren toda
la información no hay. La Dirección de
Niñez, la Policía, la Justicia y Salud Pú-
blica tienen informaciones parciales pero
para que tengamos una estadística pro-
vincial tenemos que integrar todas esas
informaciones.
—Es una situación preocupante para
que no se esté trabajando en una esta-
dística...
— Claro que hay preocupación y se está
trabajando en dirección a ordenar y siste-
matizar la información. De hecho, tene-
mos reuniones con la Dirección de
Estadística de la Provincia y está el ór-
gano coordinador de la Ley de Violencia
familiar provincial que trabaja muy activa-
mente. Eso se ha planteado, pero de ahí
a llegar a encontrar indicadores concretos
MARCELO BARTOLOMÉ, DIRECTOR DE NIÑEZ
E
sta semana se conoció el caso de
una nena de 9 años que fue abu-
sada por su tío, en complicidad con
la esposa de éste que además es hermana
de la madre de la niña. A pesar del dolor y
la bronca que generan estos hechos que
involucran a niños, el director de la Niñez,
Marcelo Bartolomé, manifestó que son
parte del trabajo cotidiano que desarrolla el
organismo y opinó que no es que existan
más casos, sino que ahora el abuso se
hizo más visible para la sociedad.
—El caso de la nena abusada por su tío
puso en el tapete la grave situación que
afrontan muchos niños y niñas en San
Juan, ¿cuán habitual es para la Direc-
ción de Niñez atender casos como este?
— Es parte de nuestro trabajo cotidiano.
Pasa que por ahí no tienen la gravedad de
este caso, quizás no son niños tan chicos.
Lamentablemente, las situaciones de vio-
lencia en general y el abuso sexual, dentro
de las formas de violencia, son para noso-
tros moneda corriente.
—Un médico ya jubilado contó que
cuando recién comenzó a ejercer, en un
distrito de 25 de Mayo, llegó una nena
de 12 años embarazada junto a sus pa-
dres. Cuando comenzó a hablar con los
adultos, el padre no levantaba la vista
del piso y él se dio cuenta que el hom-
bre había abusado de su hija. Cuando le
preguntó, respondió: “Antes que se la
coma un moro, que se la coma un cris-
tiano”. Pasaron más de 40 años de ese
hecho y no cesan los abusos, hay una
cuestión cultural muy profunda aún...
— Esa es la clave. En esto hay cuestiones
culturales de fondo. Una psicóloga me
decía que en algún momento el tabú era el
sexo y de esas cosas no se hablaban. Hoy
el sexo no es tabú; lo sexual hoy está ba-
nalizado. La televisión lo expone, ya no es
un tabú como lo era en la época de nues-
tros abuelos. Eso hace, según la lectura de
esta psicóloga, que ahora se empiece a ver
más lo que siempre existió. No es que
antes no existía y ahora es nuevo sino que
ahora se visibiliza porque ya no es tan
tabú.
—¿Esa podría ser la razón de tantos
—Una antropóloga de Neuquén me ex-
plicó que, en el pasado, la iniciación se-
xual de las niñas en las comunidades
aborígenes del Sur la hacía el padre. Él
era el primero que tenía acceso sexual a
la niña, no recuerdo si a los 12 años, y no
había locura en esa tribu, no había pro-
blemas de salud mental. Cuando esa cul-
tura se mezcló con la de los blancos,
éstos empiezan a ver que era algo que
estaba mal. La nueva cultura empezó a
condenar esa práctica y en esa tribu se
comenzaron a desarrollar cuadros de psi-
cosis. El planteo antropológico es que
mientras esto esté avalado por la cultura,
no genera problema de salud mental
ahora, cuando empezás a comparar con
otra cultura, que es donde está el planteo
actual, se ven los avances en derechos
humanos, en derechos del niño.
—El incesto, por ejemplo, no es un
hecho condenable en pueblos del
norte argentino, sin embargo sí es
condenable.
—Hoy hay cosas que no están acepta-
das, y eso genera en la psiquis de esa
persona una contradicción que antes no
existía. Esto es un poco lo que te contaba
de ese médico. Es complejo el tema, por-
que nada justifica esta situación actual.
Tampoco, como esto es cultural, hay que
dejarlo así. Tenemos que luchar contra
eso y buscar los mecanismos para que si
la persona está sometida, pueda salir. Es
muy común en la persona que está en
ese círculo que así como pide ayuda y
denuncia, después va y busca al mismo
agresor. Es una dependencia patológica y
por eso muchas corrientes psicológicas
hablan, más allá de la figura de la víctima
y el victimario, de una figura de un vínculo
patológico, en donde tanto uno como otro
están enfermos. No es que uno es un hijo
de puta y la otra, pobrecita; es un vínculo
enfermo.
—¿Cómo se ayuda a estas niñas y
niños a salir de esta situación?
—Cada caso es un mundo. A veces es
tanto el nivel de locura que, por ejemplo, el
abuso va dirigido a una sola persona. En
otros casos se detecta que gracias a que
se hizo la denuncia de la nena de 12, hay
una de 9, una de 8 y una de 6 que también
son abusadas. No queda otra que la ayuda
profesional y el acompañamiento de toda
la red familiar, porque la solución no es
siempre sacar al pibe y llevarlo a otro lado.
Si eso no fuera posible, yo no hubiera es-
tudiado Psicología. Algo de esperanza hay
que poner en la posibilidad de un trata-
miento profesional y que siga siendo la úl-
tima medida que el niño tenga que ser
retirado de su ámbito familiar.
“Lamentablemente, las situaciones de
abuso sexual son moneda corriente”
El abuso de una nena de 9 años puso sobre el
tapete esta semana, un flagelo que sucede
hace años en la provincia y del que no hay
estadísticas. Bartolomé sostiene que, para el
organismo que dirige, casos como éste son
parte de su trabajo cotidiano.
Ante la presunción de actos de
violencia contra niños y niñas,
se debe llamar a la
Línea 102
CÓMO DENUNCIAR
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