Viernes 11 de marzo de 2016
entrevistas
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Además tampoco fue fácil
porque en ese momento
tenía millones de usuarios,
pero se complicaba, cada vez
había más intereses en el
medio. Entonces decidí invertir
mi tiempo, que es lo más valioso
que tengo, en otro proyecto que
pudiera causar el mismo nivel de
impacto de llegar a millones de
personas, pero pudiendo capitali-
zarlo con algún tipo de beneficio.
—En el medio de todas estas cues-
tiones legales, ¿sufriste algún tipo
de amenaza física o psicológica?
—Amenazas puntuales no, pero si lo
atravesé con mucho estrés. El estrés
fue predominante en esos años, pero
siempre me sentí cómodo manejándolo,
a un punto tal que hoy necesito de ese
nivel de exigencia, que se exijan cosas
de mí para seguir superándome, para
estar constantemente al borde de la in-
novación y del trabajo. Es algo que me
tomo muy en serio y me permite seguir
trabajando en pos de eso.
—
¿Sentís que hiciste amigos y ene-
migos con Cuevana?
—Se podría decir (risas). Por suerte me
llevó a conocer mucha gente interesante
que no hubiese conocido de otra forma,
también gente muy importante de todo
tipo que hoy miro para atrás y digo
“wow, me senté con esta gente en una
mesa a dialogar”.
—¿Qué papel jugaron tu familia, tus
amigos, en esos momentos estresan-
tes?
—Por supuesto que la familia siempre
es el ancla hacia la realidad, hacia man-
tenerse sereno y que no se te suban los
humos a la cabeza. Era un momento
donde muchos medios me buscaban y
millones de usuarios te felicitaban, se
podía caer en eso de creerse más de lo
que uno es, para bien o para mal, pero
la familia te ayuda a centrarte, los ami-
gos también, son muy importantes. Yo,
igual, trataba de transmitirles calma y
serenidad respecto a todo lo que suce-
día alrededor de Cuevana, porque era
más mediático que real, con lo cual era
importante separarlo.
—Cuevana nace antes que Netflix.
¿Podrías emparentarlo como un an-
tecedente?¿Un principio para que las
grandes productoras entendieran
que había un nuevo mercado y otro
público al cual podían llegar?
—Sólo para tener en cuenta, Netflix no
estaba en esta región pero ya existía en
Estados Unidos, aunque más limitado,
no era lo que es hoy. Yo no lo conocía ni
lo pensé como una solución a Netflix.
Hice Cuevana como una necesidad per-
sonal con la que mucha gente se sintió
identificada. Por eso creció tanto y la in-
dustria captó el mensaje. La gente ya
estaba preparada para una nueva forma
de consumir y lo estaba pidiendo a gri-
tos. Aún así, pienso que no se adapta-
ron con la suficiente velocidad. El único
fue Netflix, que no es una industria en
sí, sino que es una compañía de tecno-
logía.
La radicación en
Buenos Aires
—Se puede decir que habías alcan-
zado un punto alto en tu joven ca-
rrera y en un momento hiciste el
click de decir “tengo que dejar Cór-
doba e irme a Buenos Aires”
¿Cuándo surge la necesidad de vol-
ver a mudarte?
—Eso fue una decisión de negocios. Yo
quería empezar a desarrollar mis em-
prendimientos, generar vínculos con so-
ciedades, sobre todo con la industria de
la música, y con la industria del cine
también estábamos en permanente
contacto. Todos ellos estaban en Bue-
nos Aires, y así me vi yendo a Buenos
Aires cada vez más seguido y cuando
conocí la ciudad y el ecosistema em-
prendedor dije “yo tengo que estar acá,
si quiero hacer una diferencia y seguir
creciendo tengo que estar acá”.
—Dios está en todos lados pero
atiende en Buenos Aires, ¿no?
—(Risas) Si, es una frase muy trillada,
pero cierta. Se da porque es una ciudad
más grande, hay más gente con mayo-
res oportunidades y desafíos. Me en-
contré con mucha más gente
emprendiendo, con un ecosistema cre-
ciente y pujante con “start ups” o em-
presas como Mercado Libre y Globant
que ya tenían años y cotizaban en
bolsa y habían casos exitosos que
decían que desde Buenos Aires se
puede. Había un marco posible,
eso me hizo decidir y me hizo bien,
lo necesitaba.
—Fue una decisión de vida,
porque dejaste la facultad como
otros emprendedores tecnológicos
al estilo Mark Zuckerberg, y el éxito
que habías alcanzado en Córdoba.
—Fue una decisión muy personal. Es-
taba en tercer año de la facultad, pero
me pasaba más tiempo desarrollando
mis habilidades en internet, que estu-
diando. Sentía que tenía un alcance
más inmediato si me capacitaba más
rápido con las últimas tendencias y tec-
nologías, además, me divertía más.
Llegó un momento en que para mante-
nerme vigente y competitivo respecto a
lo que pasaba en internet, necesitaba
dedicarme de lleno a esa actualización
y capacitación, y sentía que no la podía
encontrar en la universidad. Para ser
100% honesto, no me hubiese animado
a hacer eso si no hubiese tenido la vali-
dación de los usuarios de Cuevana,
sentía que lo que estaba haciendo tenía
un valor, una sensación de logro y de
que a la gente le gustaba.
—¿Qué hace un sanjuanino que llega
solo, a los 22 años, a la jungla que es
Buenos Aires? ¿Ese cambio te hizo
madurar y crecer de golpe?
—Fue un cambio, pero tal vez tenía
sobre dimensionado el impacto que
me podía generar. Es un salto, si,
pero tenía la concepción errónea de
que era demasiado grande, dema-
siado complejo y demasiado inse-
guro, pero cuando llegué no lo vi así.
Lo vi como un mundo de oportunida-
des donde me sentía cómodo. La
gente iba a una velocidad que me era
cómoda, yo quería ir a esa velocidad.
Fue un momento para potenciarme.
Lo que sí, yo tenía 22 años y la gente
con que me codeaba tenía entre 30 y
40, porque en todos mis emprendi-
mientos o las cosas que estaba ha-
ciendo, la gente solía ser mayor.
Entonces creo que maduré de más
en muchos aspectos.
—Habías madurado más que la
gente de tu generación…
—A los 22 años ya era independiente
económicamente, tenía mi vida, mis
cosas y en contraste, mis amigos no
estaban en esa situación. Yo, de al-
guna forma, me veía un poco más
ajeno a las cosas de un chico de 22
años. De repente tenía el estilo de
vida de alguien de 28 en el cuerpo de
alguien de 22. Eso lo sentí en todo,
me empecé a vestir como alguien
más viejo, pero volví atrás, “pará, no
me interesa esto” me decía. Pero
quizá era algo inconsciente para que
no me vieran tan chico.
Educando a
los talentos
del futuro
— Hoy estás trabajando con Aca-
mica. ¿Qué es Acamica?
—Acamica es una academia on line
de aprendizaje en tecnología, cuya
misión es crear el talento del futuro.
Comenzamos hace 3 años y hoy te-
nemos más de 100 mil usuarios. El
foco está puesto en formar a la gente
para los nuevos trabajos del mañana,
que en nuestro caso están orientados
a la tecnología, además, son los más
disruptivos y los que más rápido
avanzan.
—¿Por ejemplo?
— Todo lo que tiene que ver con la in-
dustria “mobile”, como los smartpho-
nes, que hace tan solo 7 años no
existían y hoy es una industria de
más de 60 mil millones de dólares al
año y más de 3 millones de puestos
de trabajo. Es bestial y sigue cre-
ciendo a un ritmo súper acelerado.
También tratamos temas como robó-
tica o “internet of things”, que es
poner internet en todas las cosas de
tu casa y es lo que se viene en los
próximos años. O sea, tratamos todas
las nuevas tendencias y carreras que
se crean debido a la tecnología y que
las universidades, lamentablemente,
no tienen la capacidad de adaptarse
con la velocidad necesaria. Es ahí
donde entra Acamica como una alter-
nativa o complemento al sistema edu-
cativo tradicional para formar a la
gente en estas disciplinas modernas.
“
”
La tecnología hoy es la mayor
generadora de empleo, es una
industria que no para de crecer,
no se condice con las crisis que
hay en el mundo y permite
impulsar las economías
regionales y nacionales.
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Tomás Escobar
, el sanjuanino...