Viernes 11 de marzo de 2016
agenda
Juan Carlos Bataller
Juan Carlos Bataller @JuanCBataller
Juan Carlos Bataller
Yo pago, yo exijo
A
rgentina tiene hoy la pre-
sión tributaria más alta de
su historia, la segunda de
la región y en un nivel muy cer-
cano al de los países desarrolla-
dos, sin una adecuada
contraprestación de servicios pú-
blicos.
Un informe de la Cepal revela que
la Argentina alcanzó en 2013 un
nivel de presión tributaria de
31,2%, cuatro puntos por debajo
del 35,7% de Brasil y por encima
del resto de los países de América
latina.
Este porcentaje en realidad era
bastante superior con la anterior
base de cálculo del PBI -se modi-
ficó en 2013-, ya que con el PBI
base 1993 el nivel de presión tri-
butaria en 2013 hubiera alcan-
zado el 40,1%.
En cambio, los países desarrolla-
dos, reunidos en la OCDE, tienen
un promedio de 34,1%, aunque
con importantes diferencias entre
ellos (van del 19,7% de México al
48,6% de Dinamarca)
P
ero volvamos a la Argen-
tina.
La presión impositiva en
la Argentina representa poco
menos de un tercio del PBI.
Pero no es cierto que en la Ar-
gentina hoy la presión fiscal re-
presente sólo el 31 por ciento
del PBI.
El ciudadano que pretende deter-
minadas condiciones de vida tiene
que pagar, además de sus im-
puestos, muchos de los servicios
que debería brindarle el Estado en
forma más eficiente.
>
Hoy un señor paga sus impues-
tos pero al mismo tiempo debe
contratar una prepaga si quiere
una atención de la salud de cierto
nivel.
>
Junto con sus vecinos paga a
una empresa de seguridad para
que vigile el barrio.
>
Como no está conforme con la
educación que se les brinda o las
huelgas, manda a sus hijos a co-
legios privados.
>
Como el servicio de transporte
es malo va a trabajar con su auto
y paga estacionamiento.
>
Si viaja en avión debe pagar el
estacionamiento del auto que lo
lleva y la tasa de aeropuerto.
>
Si viaja a Mendoza paga al salir
y al entrar para que le revisen el
baul.
>
Si hace un depósito o emite un
cheque paga un impuesto.
>
La mitad del importe de la bo-
leta de la luz corresponde a im-
puestos, fondos hospitalarios y
gavelas del Estado.
>
Si quiere construir una casa y
dar trabajo, debe pagar un dere-
cho municipal de obra.
>
Cuando echa combustible,
cuando enciende un cigarrillo,
cuando compra un auto está pa-
gando casi la
mitad del im
porte en im-
puestos.
Ese ciuda-
dano no
comprende
donde va su
dinero.
Además, es muy difícil
determinar exactamente
cuál es la presión real por la
sencilla razón que buena parte
de la economía funciona en
negro.
Ante esto se presenta una reali-
dad curiosa:
Hay gente que debería
pagar y no paga.
Hay gente que paga más
de lo que le corresponde.
El Estado no siempre
cumple con lo que pro-
mete entregar.
Cuando uno habla de este
tema con la gente es
común escuchar:
-Yo no pago impues-
tos. Lo haría si viviera
en Suecia donde todo
funciona como un relo-
jito. Acá ¿para qué
quieren más plata?
¿Para robar más? ¿Para
mantener vagos?
Dividamos las aguas.
Pagar impuestos es una
obligación.
Exigir contraprestaciones
es un derecho.
En países cuya organización ad-
miran muchos argentinos, quien
evade impuestos
va a la cárcel
.
Un claro ejemplo es Al Capone.
No pudieron detenerlo por sus crí-
menes pero le comprobaron que
había evadido el pago de impues-
tos
. Y no hubo poder que lo sa-
cara de prisión.
E
s lógico suponer que en
los próximos años vivire-
mos dos fenómenos igual-
mente interesantes de analizar.
Por un lado una mayor efica-
cia del Estado para recaudar.
Todas las medidas tienden a ce-
rrar el círculo para evitar la eva-
sión. Incluso algunas más duras
que ya se avizoran como la crea-
ción de los juzgados penal – tribu-
tario.
Por el otro, la necesidad de
que el ciudadano común
centre su acción más que
en la crítica a esa acción
del Estado, en exigir que
el Estado le de lo que
debe darle.
Exigir más es de-
cirle al Estado.
“señores di-
rigentes;
no nos
hagan creer que somos culpa-
ble de los accidentes en las ca-
rreteras, de la violencia
doméstica o del desmadre edu-
cativo”
. Si el Estado tiene todo el
poder, al Estado le corresponde
hacer transitables y seguras las
rutas, solucionar los problemas de
la educación, de la violencia o de
la seguridad ciudadana.
Es decir,
el pueblo debe pagar sus im-
puestos y a la vez exigir rapi-
dez, prontitud y eficacia a los
gestores de sus impuestos.
L
a sociedad del futuro se
basará, seguramente, en
un concepto:
“yo pago, yo
exijo”
.
Este simple concepto puede cam-
biar la vida de las sociedades.
Y, lo que es más importante aún,
pueden representar la más formi-
dable renovación de los cuadros
políticos y del funcionariado pues
no quedará espacio para los im-
provisados.
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COLUNMISTAS
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