El Nuevo Diario - page 6

Viernes 23 de septiembre de 2016
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del que extraen su subsistencia y al que
respetan.
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Por extraño que parezca, los esqui-
males se han transformado en fanáticos
consumidores, ávidos de productos de
todo tipo. Sus trajes tradicionales de piel
de foca o de morsa han sido abandona-
dos, y sólo se utilizan durante las fies-
tas. Los arpones también han sido
olvidados, sustituidos por armas de
fuego.
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Los esquimales pasan horas enteras
hojeando catálogos de venta contra
reembolso, discutiendo la mejor elec-
ción o encargando mercancías que es-
peran impacientemente.
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Otra adquisición habitual es el motor
fuera de borda. Colocado sobre una
canoa de piel de morsa, el fuera de
borda ha simplificado la vida de los ca-
zadores y ha aumentado su radio de ac-
ción.
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¿Cómo consiguen los esquimales el
dinero necesario para estos gastos? En
primer lugar, las morsas se venden a
buen precio, al igual que los objetos de
marfil esculpidos, especialidad esquimal
que enloquece a los turistas. Además, el
trabajo de guía de caza es muy lucra-
tivo: muchos occidentales descubren
actualmente “los placeres” de los safaris
árticos. Los diversos suministros, el de-
recho de caza, el alojamiento y los víve-
res vendidos por el guía cuestan caros;
estas ganancias se destinan a la comu-
nidad.
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Los estados de los que forman parte
las minorías esquimales han adoptado
hacia ellos políticas diferentes. Los da-
neses intentan en Groenlandia salvar
las tradiciones locales, a la vez que in-
troducen la enseñanza y la civilización
moderna. Estados Unidos y Canadá
han desarrollado una especie de mo-
dernización a toda velocidad, que con-
lleva la desaparición del lenguaje
primitivo, bello y rico, pero sin tradicio-
nes escritas, y el abandono de las cos-
tumbres tradicionales, que las nuevas
generaciones desprecian y consideran
caducas.
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La cultura sufre una regresión, pero
todavía no está realmente en peligro de
extinción. Las costumbres del bienestar
moderno no han destruido su capacidad
para orientarse en el mar sembrado de
bloques de hielo.
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Aunque esté atravesando un período
crucial de su historia, la característica
del pueblo inuit que más llama la aten-
ción es la alegría. Los esquimales son
propensos a la felicidad. Es muy difícil
decir por qué razón.
Como son
los esquimales
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Las teorías más extendidas afirman
que su asentamiento en las regiones
más frías del planeta se debe al re-
chazo de que fueron objeto por parte de
los indios americanos hace 12.000 años
cuando llegaron a Alaska desde el nor-
deste de Asia y a través del Estrecho de
Bering.
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A pesar de que habitan una superfi-
cie muy extensa con escasas ocasiones
de reunión, han conservado sus hábitos
y su cultura con una uniformidad impre-
sionante. Después de un aislamiento
tan extremo, es el contacto con la civili-
zación occidental lo que más ha alte-
rado sus modos de vida. Pese a ello, y
aunque no forman ni pertenecen a nin-
guna nación, son un pueblo solidario,
pacífico y hospitalario.
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Son de corta estatura, 1,60 m los
hombres y 1,50 m. las mujeres, de
cuerpo macizo y fuerte, con brazos y
piernas relativamente cortos.
Viven
de la caza y de la pesca, que ahora
practican con armas de fuego, pero tra-
dicionalmente utilizaban arcos, flechas y
lanzas con puntas de hueso.
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Utilizan los perros tanto para acosar
a las presas como para arrastrar los tri-
neos, su principal medio de transporte y
que inicialmente inventaron para ser
arrastrado por hombres.
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En invierno viajan a las costas y
cazan focas, osos y morsas sobre el
hielo. En primavera, lo hacen en el mar,
desde sus kayaks de piel sobre arma-
zón de huesos de ballenas y maderas,
el umiak o barca grande de madera y
piel en el que tienen espacio para media
docena de cazadores y en la actualidad
también con botes a motor. Este noma-
dismo es más señalado en los esquima-
les que habitan más al norte.
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Apenas tienen sentido de la propie-
dad debido a su naturaleza nómada, ni
conocen fronteras ni herencias.
Su civi-
lización se basa en la familia, patriar-
cal y poligámica, en la que cada
hombre tiene más mujeres cuanta
mayor es su riqueza.
Todos ellos, pero
muy especialmente las madres, vene-
ran a los niños por considerarlos reen-
carnaciones de los antepasados, y muy
raramente los reprenden.
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De los animales que cazan lo apro-
vechan todo: carne, grasa, piel, huesos
e intestinos. Su dieta habitual era carne
hervida, pero lo lento de este procedi-
miento y la escasez del combustible ani-
mal que precisaba, les obligaba con
frecuencia a comer carne cruda. De
este hecho derivó el término esquimal,
aportado por los algonquinos (que habi-
tan al norte de Alaska) a partir de su tér-
mino eskimau: “comedor de carne
cruda”.
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En invierno viven en cabañas de ma-
dera o si no la encuentran, planchas de
pizarra recubiertas de turba o nieve. En
verano, durante las expediciones de
caza, habitan iglúes de nieve que cons-
tituyen una de las soluciones arquitectó-
nicas más ingeniosas del mundo.
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En sólo unas horas pueden fabricar,
únicamente con hielo, una estancia am-
plia y cómoda cuyo interior calientan
con un fuego de aceite o grasa de foca
y en el que se conserva la temperatura
gracias a la capacidad aislante del hielo
y a que el túnel de acceso es en su
parte media más bajo que el suelo del
interior. En ocasiones, construyen varios
comunicados con una red de túneles
para que varias familias puedan vivir
juntas.
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Sus vestidos se basan en pieles de
foca con el pelo hacia dentro y forradas
de piel de oso o zorro que las mujeres
mascan con sus dientes y curten con
orina. Estas ropas se cosen con tendo-
nes de animales. El Anorak y la Parka,
inventados por ellos, se han populari-
zado en todo el mundo debido a su gran
eficacia.
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Su convivencia se basa en la hos-
pitalidad y la camaradería.
Sus pocas
disputan se resuelven pacíficamente
mediante una especie de ritual poético-
musical (tordlotut) en que intentan ridi-
culizarse mutuamente ante la asamblea
tribal.
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El jefe se limita a liderar las expedi-
ciones de caza, por lo que es siempre el
mejor cazador. Se establece un cierto
comercio de trueque entre los esquima-
les de la costa y los del interior, me-
diante un tipo de expediciones
comerciales en los que la tacañería y el
regateo están considerados de pésimo
gusto.
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Su religión
cree en la existencia de
seres superiores a los que no es nece-
sario rendir culto ni rezar. Sedna es la
diosa del mar y Sila, el espíritu del aire.
La Luna, que vive en incesto con su
hermano el Sol, es la diosa de la repro-
ducción.
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Creen también en muchos espíritus
que habitan en todos los seres y objetos
de la naturaleza
y entienden la enfer-
medad como un mal que roba el
alma.
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Sus hechiceros utilizan un lenguaje
ritual pero en general se limitan a conju-
rar sortilegios y preparar amuletos para
protegerse de los espíritus. También re-
alizan rituales para intentar controlar la
meteorología y establecer un vínculo
con los espíritus.
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Desde el siglo XVIII se ha extendido
entre ellos la fe del cristianismo como
consecuencia de su contacto con misio-
neros, tramperos y comerciantes nor-
teamericanos, que también trajeron
enfermedades que les eran desconoci-
das (tuberculosis, gripe, sífilis, alcoho-
lismo).
La poca fecundidad de las
mujeres y la alta mortalidad infantil
hizo peligrar su supervivencia como
raza aunque durante este siglo se ha
ido recuperando.
Durante los meses de in-
vierno, es cuando los es-
quimales construyen sus
famosos iglúes. Son
casas construidas con
bloques de nieve compri-
mida que, gracias a su di-
seño e ingeniería,
mantienen aislados a los
esquimales del duro frío
del invierno,
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