C
ada día entran a la ciu-
dad de San Juan más de
cien mil personas. Son
empleados del gobierno o de em-
presas, abogados que van a Tri-
bunales, propietarios y emplea-
dos de comercio, estudiantes y
docentes, diputados o personal
de la Legislatura, bancarios, mé-
dicos y enfermeras, mozos de
restaurantes y confiterías.
Todo, todo, está en “el centro”,
como todos llamamos a estas
treinta o cuarenta manzanas que
desde los orígenes de la ciudad
han concentrado –y lo siguen ha-
ciendo-
todas las actividades
humanas.
Y además de quienes trabajan
vienen decenas de miles de per-
sonas que hacen trámites, pagan
impuestos, cobran sus haberes,
asisten a escuelas y colegios, se
hacen atender por problemas de
salud, compran en los comercios
o toman un café.
Una parte de esas 100 mil perso-
nas llegan en el transporte pú-
blico: colectivos, taxis y remises.
Otra parte lo hace en autos y
motos. Algunos en simples bici-
cletas.
Se calcula que cada día circulan
o estacionan en el centro 50 mil
vehículos.
Si usted ve una fotografía área
verá que todo el paisaje está ta-
pizado por árboles y vehículos de
todo tipo ocupando cuanto espa-
cio esté disponible, permitido o
no.
s s s
A todo esto, la ciudad muestra
una serie de problemas que co-
menzaron hace muchos años y
cada día se agudizan.
Hoy nos referiremos a unos
pocos problemas. Hay muchos
otros que en otra oportunidad
abordaremos. Las soluciones
deben darlas las autoridades y
también los ciudadanos comu-
nes.
Faltan estacionamientos:
Du-
rante los días de semana resulta
muy difícil encontrar estaciona-
miento para los vehículos. Los
que hay son insuficientes, ade-
más de reducir las vías destina-
das al tránsito como veremos
enseguida. Los estacionamientos
públicos son pocos y caros. Pa-
reciera que nadie advierte que en
los últimos diez años hemos du-
plicado la cantidad de vehículos
que circulan, que quién andaba
en bicicleta hoy tiene una moto y
que el motorista se compró un
auto.
Problemas de tránsito:
las
calles sanjuaninas resultan
cada día más estrechas para el
tránsito que soportan los días há-
biles. Para colmo de males, se
las han reducido notablemente
destinando al estacionamiento
vías que son para circular.
Es
así como hemos transformado
las calles en inmensas guarde-
rías, delimitadas por boxes y
hasta con cuidadores,
algo para
lo que no fueron diseñadas.
Hay casos que ya resultan impo-
sibles de aceptar como las calles
Mendoza, General Paz o la Ave-
nida Ignacio de la Roza, hoy de-
pósitos de autos en la mitad de
su ancho.
Edificios sin estaciona-
miento:
Hay importantes
edificios con gran concurrencia
de gente
que no poseen coche-
ras
. En pleno centro funcionan
clínicas, sanatorios, hoteles y
hasta edificios públicos y de de-
partamentos que utilizan las ca-
lles como playas. Agreguemos
que hay remiseras y agencias de
ventas de autos que también
ocupan los pocos lugares para
estacionar.
Los recorridos del trans-
porte:
Nos quejamos de
Buenos Aires pero en San Juan
todo está centralizado
. Comen-
zando por la planificación, que se
ha reservado el Estado provin-
cial. Esto ha hecho que el creci-
miento sea radial, con un centro
que concentra las actividades y
queda desocupado de noche y
una periferia que amontona
casas dormitorios como un
anillo asfixiante
. Gran parte
de la culpa de que esto sea así
la tiene el transporte público
de pasajeros.
Los recorridos
han sido diseñados por los pro-
pietarios de ómnibus de
acuerdo a sus intereses. Y se
ha llegado al ridículo que un
habitante del Médano de Oro
que quiera pagar a la municipa-
lidad
deba tomar dos ómni-
bus
. Lo mismo ocurre con los
habitantes de barrios que quie-
ran hacerse atender en un cen-
tro de salud departamental:
les
queda más cerca el Hospital
Rawson, adonde llegan todos
los ómnibus.
Esta falta de pla-
nificación en materia de trans-
porte está postergando a los
centros comerciales de los de-
partamentos.
La cultura de los sanjua-
ninos:
Está comprobado
que los sanjuaninos deseamos
llegar con nuestros vehículos
hasta las puertas de nuestro
destino. Esto llega a extremos
a la hora de entrada y salida de
las escuelas, donde se pre-
tende estacionar en doble y
hasta triple fila, interrumpiendo
el tránsito.
Los grandes camiones:
contraviniendo toda la nor-
mativa, grandes camiones es-
tacionan en doble fila, e inte-
rrumpen en muchos casos el
tránsito, para descargar mer-
cadería en comercios de la
zona céntrica. Generalmente
son camiones que llegan
desde Mendoza y que de
esta forma evitan el tras-
bordo a vehículos más pe-
queños y el alquiler de
depósitos . A esta altura re-
sulta inadmisible que se les
permita trabajar así mientras
nuestra ciudad pierde fuen-
tes de trabajo, alquileres, se-
guros, etc.
Los árboles:
En los úl-
timos tiempos es cada
vez más evidente el pro-
blema que crean los árboles
al tránsito de grandes vehí-
culos. Nuestros árboles han
sido mal guiados y peor po-
dados desde sus comienzos.
Hoy, además de tapar la ilu-
minación que ha quedado
por encima del follaje, impi-
den
que la mayoría de los
colectivos pueda acercarse
al cordón de la vereda.
Si a
esto se suma que los espa-
cios destinados al ascenso y
descenso de pasajeros están
ocupados por autos y que
muchas paradas no tienen
ningún tipo de lógica ya que
están ubicadas en esquinas
donde los autos deben girar
a la derecha, con gran riesgo
cuando se pone en marcha
el ómnibus.
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Viernes 23 de septiembre de 2016
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Juan Carlos Bataller
Juan Carlos Bataller @JuanCBataller
Juan Carlos Bataller
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COLUMNISTAS
El tránsito en el centro