Viernes 21 de octubre de 2016
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vieron junto con otros por el robo de
unos caballos. Finalmente, la asamblea
rural lo absolvió, aunque los demás
fueron desterrados a Siberia Oriental.
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El 2 de febrero de 1887 Rasputín se
casó con
Praskovia Fiódorovna Du-
brovina,
tres años mayor que él, y la
pareja tuvo tres hijos: Dmitri, Varvara y
María. Dos hijos anteriores a ellos mu-
rieron muy niños.
En 1892 Rasputín dejó abruptamente
su aldea, esposa, hijos y padres.
Pasó varios meses en un monasterio
de Verjoturye (Óblast de Sverdlovsk).
El autor Alexander Spiridovich sugirió
que lo hizo por la muerte de un niño,
pero el monasterio fue ampliado en
aquellos años para recibir más peregri-
nos.
Ingresó poco después en una secta
cristiana condenada por la Iglesia Orto-
doxa Rusa conocida como jlystý (‘flage-
lantes’), quienes creían que para llegar
C
onocido como un hombre
santo y escogido por Dios, se
fue haciendo un nombre
hasta que en 1904, ante la enferme-
dad del heredero del trono, Rasputín
es presentado a la
Zarina Alexandra
Fiodorovna
, una mujer muy religiosa
y muy supersticiosa.
Al principio y tras visitar al zarévich,
la zarina no creyó en los atributos y
visiones del monje, pero en una de
las ocasiones en que fue llamado a
palacio, Rasputín curó de forma tem-
poral al infante, según dice, mediante
la hipnosis. Rasputín pidió a la zarina
que se postrara ante Dios y la virgen
y suplicara de rodillas por su hijo.
Después de aquello fue admitido por
la zarina y el zar a vivir dentro de pa-
lacio para poder asistir al zarévich,
enfermo de hemofilia, heredada de
su madre; pero no las tenía todas
consigo, ya que el Zar Nicolás II
nunca se fió del todo de él y lo sabía,
tan solo dejó que el monarca se de-
jara influenciar por su esposa para
poder seguir junto a ellos.
En 1907 y siguiendo la influencia que
la zarina tenía del monje, le coloca-
rían en un cargo público con poder
en el gobierno del zar. En el tercer
centenario del cumplimiento de los
Romanov ante el trono de todas las
Rusias,
Rasputín fue colocado en
un lugar de honor y destacado
cerca a la familia imperial.
Rasputín no solo se ganó el favor de
la familia real, sino que también
buena parte de la aristocracia se rin-
dió a él. Esto se debió sobre todo a
su carisma personal. En la medida
en que el carisma pueda explicarse,
el suyo era producto de los siguien-
tes factores: una mirada muy fija y
penetrante (era de pelo castaño
pero de ojos azules muy claros); un
verbo fácil y muy ambiguo (alguien
dijo que sus frases nunca constaban
de «sujeto, verbo y predicado», sino
que siempre faltaba algún elemento)
que parecía el de un oráculo; un
gran atractivo para con las mujeres
basado, además de en su físico y en
su intuición, en su conocimiento de
las Escrituras y en cierta tradición
religiosa rusa que seguía prácticas
orgiásticas como camino a Dios.
Finalmente, la época de Rasputín
era de romanticismo filoeslavo, y él,
ruso de la profunda Siberia, recrimi-
a la fe verdadera hacía falta el dolor.
En las reuniones de esta secta, las
fiestas y orgías eran constantes y
Grigori se convirtió en un acérrimo
integrante.
El ingreso en esta congregación marcó
al profeta siberiano de por vida —esto
explicaría la notoria vida sexual que
tuvo en años posteriores y que acabó
ennegreciendo su reputación de hom-
bre santo—. Posteriormente llevó una
vida de ermitaño hasta que conoció al
Hermano Macario, un iluminado que
tuvo una fuerte influencia sobre Raspu-
tín, pues llevó a Grigori a renunciar a
beber y comer carne. Cuando regresó
a casa se había convertido en un fer-
viente converso.
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Aprendió a hipnotizar a la gente con su
mirada y hacer que hicieran lo que él
deseaba. Muy pronto se hizo con un
grupo que abandonaban también a sus
familias para seguirle, como si fuera
enviado por Dios para salvar a la hu-
manidad.
Dicen que él pagaba la ayuda ofrecida
por los más pobres, ayudándoles a me-
jorar o a curar sus enfermedades y
preocupaciones.
En 1903 visitó St. Petersburgo y se ins-
taló en una pequeña habitación donde
prosiguió con su ayuda hacia los más
necesitados. No desistió de conocer al
inspector de la Academia de Teología
en St. Petersburgo, monseñor Teofán.
Pronto se haría con la confianza del re-
ligioso quien le facilitó que las puertas
de las familias más acaudaladas de la
ciudad se abrieran a él sin problema al-
guno.
Los Romanov, la familia imperial rusa
A los 19 años, Rasputín se casó con Praskovia Fiódorovna Dubrovina, una joven tres años
mayor que él, con la que tuvo tres hijos: Dmitri, Varvara y María.
Rasputín junto a su
mentor, el arzo-
bispo de Tobolsk y
Siberia. Junto a
ellos esta el clérigo
Iliodor
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Rasputín y la familia zarista