El Nuevo Diario - page 8

Viernes 21 de octubre de 2016
Escribe
Eduardo Quattropani*
temas de la justicia
Estudios efectuados en países
adelantados en la temática y
que están siendo replicados en
nuestro país, especialmente por los
Ministerios Públicos, señalan la ne-
cesidad de poner el acento, tam-
bién, en materia de Violencia de
Género,
en el violento, en el agre-
sor, en el victimario.
En efecto, en modo alguno
podrá obtenerse un resultado
positivo si agotamos la mirada o el
abordaje del flagelo de la Violencia
de Género
en la mujer
, en la víc-
tima, ya que asumiendo que ella es
parte principal, esencial, debe te-
nerse por cierto, también, que
el
victimario, su tratamiento, las
normas de conducta que se le
impongan y todo otro que haga a
la reversión o contención de su
inconducta
, constituyen, como mí-
nimo, acciones imprescindibles
para intentar poner en caja al fla-
gelo.
Justamente para ayer jueves y
hoy viernes está previsto abor-
dar, en la provincia de Salta, esa vi-
sión del tema, todo en el marco del
Ministerio Público Fiscal.
El sistema, entonces, no puede
conformarse con enfrentar la
problemática solo desde la víctima,
ya que en el tema Violencia de
Género el victimario
,
por su rela-
ción con la propia víctima, con
su entorno, etc., constituye pie-
dra basal de la compleja trama
que de normal acompaña la reali-
dad.
Queda claro, clarísimo, que la
mirada que comprenda, tam-
bién, al victimario debe darse
desde jueces, fiscales, asesores y
operadores administrativos y profe-
sionales que interactúan en el
abordaje, mirada que debe tener
basamento científico y no, por lo
menos no solo, desde pretendidos
saberes empíricos.
Queda claro que para ello hay
que prepararse y hay que pre-
parar, insisto, desde lo científico,
pues no pueden disponerse ni nor-
mas de conducta ni tratamientos ni
ninguna otra acción desde el sim-
ple conocimiento callejero.
El tema es para quienes son
especialistas en esos aborda-
jes, los hay, recurramos a ellos.
Improvisados abstenerse.
Aunque resulte antipático –
para no variar, dirán algunos-
es de esperar que a este anuncio
no le corresponda la aparición de
presuntos/as expertos/as que pro-
tagonicen una encarnizada lucha
para bajar datos de Internet y orga-
nizar jornadas o capacitaciones a
los operadores; bueno sería que
en respeto, ahora sí, a las vícti-
mas, se inscriban, en todo caso,
para escuchar.
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COLUMNISTAS
algo de alguien
Divino tesoro
H
ablando del silencio con mi
amigo Ciro, dije que, ade-
más de otras cualidades,
era barato. Me dijo que no era su
caso porque tenía que irse lejos, al
campo, para recién allí oír el silen-
cio, ese profundo que solo en la in-
mensidad se puede apreciar, sentir,
palpar y, tal vez, hasta sufrir. Fue
suficiente para que me pusiera a
pensar que, viendo bien el tema, es
cierto. Estamos tan inmersos en el
ruido, en el barullo, que hasta nos
parece natural, por eso no llama la
atención el silencio.
Más aún, ese silencio soberano,
que solo en la naturaleza podemos
encontrar. Es de suponer que en
la edad de piedra ocurriría lo con-
trario, por eso nos dotaron de dos
orejas, porque había que multipli-
car la audición de los pocos y pe-
queños sonidos, en especial los
que tenían que ver con la supervi-
vencia. Hoy, en cambio, nos
cuesta separarnos del ruido. O te-
nemos que alejarnos, imponer dis-
tancia, o aislarnos materialmente,
en nuestras casas o lugar de tra-
bajo. El silencio hoy cuesta por-
que ya no es automático como en
la naturaleza virgen. Hoy hay que
buscarlo, ganarlo...pagarlo.
¿Quién puede darse el lujo de
tener una pieza insonorizada? Es
más fácil y lindo viajar al campo o
a la montaña cada tanto para dis-
frutarlo, entre otras cosas. Es un
esfuerzo y tiene su costo.
Además, todo nos induce al no si-
lencio. El consumismo nos atosiga
con ofertas del televisor gigante
con los más grandes parlantes de
sonido envolvente; el home theatre
con una tropilla de bafles; el equipo
de audio con cientos de watios de
potencia. Es más, si todo esto no
alcanza, los mil y un artefactos por-
tátiles tienen toda clase de auricu-
lares para asegurarte ningún
instante de silencio.
Casi habría que vivir de noche y
s
Vicepresidente Primero del
Consejo Federal de Política Cri-
minal de los Ministerios Públi-
cos de la República Argentina
Escribe
Gustavo Ruckschloss
dormir de día. Es el único momento
donde el nivel del ruido baja. Y si
es de invierno, mejor. Pareciera
que el frío es más silencioso que el
calor
Las vacaciones tampoco lo garanti-
zan, ya que en las zonas de tu-
rismo la algarabía es,
precisamente, la característica...
Supongo que uno de los pocos lu-
gares tranquilos son las iglesias y
las bibliotecas. Aun así, depende
del culto que se trate, porque algu-
nas se basan, precisamente, en
cánticos y otras formas de música
y sonido. Salvo los pocos estu-
diantes o estudiosos de las segun-
das, tienen poca influencia en el
tema...
Por lo visto, el silencio es algo de
antes, pasado de moda. Otra cosa
más para mandar al cajón de los
recuerdos, junto con los buenos
modales, el respeto, la buena edu-
cación y otras cosas más que hoy
escasean. Si todo lo que escasea
aumenta su valor, estas cualidades
serán cada vez más valoradas.
Otra ironía de estos tiempos.
Violencia de género: poner el
acento, también, en el violento
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