Viernes 21 de octubre de 2016
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La fabulosa leyenda del
miembro de Rasputín
El pene que se muestra en
la foto está preservado en
el Museo de Erótica de San
Petesburgo, curado por el
Dr. Igor Knyazkin, director
del Centro para el Estudio
de la Próstata de la Acade-
mia Rusa de la Ciencia,
quien sostiene que es este
el miembro verdadero de
Rasputin, aunque para mu-
chos el parecido con la ge-
nitalia de un caballo es
insoslayable.
Oswald Rayner fue agente del servicio se-
creto británico, el MI6, integrando una unidad
llamada “Fuerzas Oscuras”. Luego se retiró y
fue corresponsal extranjero del “Daily Tele-
graph” hasta su muerte, en 1961. Participó
del asesinato de Rasputín
con un golpe en la sien. Después arras-
traron el cuerpo con cadenas de hierro
y lo arrojaron al río Nevá, donde fue en-
contrado el 18 de diciembre.
Rasputín fue enterrado en enero de
1917 junto al palacio de Tsárskoye
Seló. Después de la Revolución de Fe-
brero, su cuerpo fue desenterrado y
quemado en el bosque de Pargolovo,
donde las cenizas fueron esparcidas.
Investigaciones recientes señalan que
en el asesinato de Rasputín
estuvo in-
volucrado el servicio secreto britá-
nico
, a través de un agente que residía
por entonces en Petrogrado, llamado
Oswald Rayner, bajo el mandato de
otro agente llamado John Scale, parti-
cipó directamente en el asesinato.
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Rasputín llevaba en su juventud la vida
típica de un campesino siberiano, hasta
que sufrió su «conversión». Era un
hombre muy alto, de hábil y elocuente
poder oratorio, personalidad abruma-
dora, de aspecto un tanto tosco, gro-
sero a veces, violento, tenía una
mirada muy penetrante y era poseedor
de un carisma profundo. Amaba y
odiaba efusivamente. Era un actor so-
berbio y convincente, se sabía posee-
dor de estas habilidades y las usó
inteligentemente en su provecho.
En su época había rumores de que era
una persona licenciosa y de que se le
había visto numerosas veces borracho
y en compañía de prostitutas. Sus rela-
ciones con sus discípulos, sus visitas
de alcoba, en su mayoría mujeres de la
alta sociedad rusa, también eran polé-
micas.
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Una de sus máximas era:
«Se deben
cometer los pecados más atroces,
porque Dios sentirá un mayor
agrado al perdonar a los grandes pe-
cadores».
Sin embargo, los historiado-
res no han encontrado pruebas
concluyentes que afirmen esta vida li-
cenciosa. Independientemente de su
veracidad, esta reputación ha sido tras-
ladada a varias biografías, películas e
incluso canciones.
S
obre el miembro viril de Ras-
putín han circulado las más
variadas y disparatas fábulas
que se conozcan de reliquia alguna.
Varias voces han apuntado que
Rasputín, en vida, se sentía orgu-
lloso de su miembro viril y alar-
deaba en público de sus excesos
sexuales.
Efectivamente, muchos enigmas ro-
dean al peregrino, místico y curan-
dero
Grigori Rasputín
. Pero en
particular, desde que el siberiano
fuera asesinado en 1916, sorprende
que algunas personas hayan de-
seado, desde entonces, hacerse
con el “supuesto” y admirado pene
del muerto. Finamente un promi-
nente doctor ruso, lo muestra
como el verdadero miembro de
Rasputín en un museo erótico en
San Petersburgo.
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Pero ¿cómo alguien pudo conseguir
el aparato genital del místico ruso
si parece ser que fue enterrado con
su miembro intacto? A partir de
aquí, entran en escena la tradición
oral y una serie de leyendas rusas
como que una moza astuta, que
llegó a acostarse con el atractivo
Rasputín en vida, pudo cortarle el
pene después de la autopsia y que-
dárselo como recuerdo y sacarle
partido. Otros afirman que Rasputín
habría sido castrado por sus asesi-
nos y que una criada encontró el
miembro ya desmembrado tomán-
dolo en posesión. En fin, como
puede observarse hay teorías para
todos los gustos…
Independientemente de la verdad
en la materia, lo curioso es el su-
puesto hecho de que el miembro de
Rasputín haya despertado tanto in-
terés por el mundo, ya que desde la
muerte del monje, la reliquia ha via-
jado constantemente. De hecho, en
la década que siguió a la muerte de
Rasputín, el supuesto pene, parece
que deambuló por Europa.
En 1920 apareció en París, donde
un grupo de rusos expatriados ado-
raron la extraña reliquia pensando
que les traería la fertilidad.
Yendo un poco más allá, sabemos
que Marie Rasputín (conocida como
la Rasputina, hija del Monje Loco)
expresó su desaprobación extrema
de aquellas idas y venidas y exigió
la devolución del supuesto miembro
viril de su padre.
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Sin embargo, justo cuando parecía
que el interés por los enormes geni-
tales del místico ruso había pasado
a los anales de la Historia, volvemos
a tener noticias del pene cuando en
1977 un tal Dr. Ripple colabora
con Marie Rasputín en una hagio-
grafía sobre su padre. Suponemos
que este doctor habría heredado el
pseudo pene tras la desaparición de
la hija de Rasputín. Tiempo después
en 1994 Michael Agustín de Califor-
nia por casualidad compraría la reli-
quia al Dr. Ripple y la vendió a su
vez a la casa de subastas de Bon-
ham. Fue entonces cuando se hicie-
ron a aquel miembro las primeras
pruebas que demostraron que la
supuesta verga era realmente un
pepino de mar.
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Pues la última acción tomada res-
pecto a la reliquia de Rasputín im-
plica al eminente doctor ruso Igor
Knyazkin, el médico jefe del Centro
de Próstata de la Academia rusa de
las Ciencias.
Este respetable doctor abrió con or-
gullo en 2004 el primer Museo Na-
cional de Arte Erótico en su clínica
de salud sexual, para mostrar una
exposición de unos 15.000 artículos,
nada menos, que ha ido acumu-
lando durante su vida como colec-
cionista de objetos sexuales. La
exposición permanente está abierta
al público, que puede admirar una
impresionante colección de falos de
cerámica y de imágenes libertinas,
algunas de las cuales datan del
siglo XIX.
Y, efectivamente, el objeto estrella
de la exposición es el pene que su-
puestamente perteneció al Monje
Loco con sus casi impresionantes
30cm y su grueso diámetro (similar
al de las muñecas de las manos)
según la interpretación de Marie la
Rasputina (cabría preguntarse cómo
ella sabría esto!)
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Resumiendo, que el actual dueño
del miembro rasputiniano -y director
del citado museo picante-, Igor
Kniazkin jura y perjura que adquirió
la pieza bañada en formol de un an-
ticuario parisino, y que pagó por ella
8.000 dólares. Siempre, según
Kniazkin, la reliquia estaba acompa-
ñada de varias cartas escritas por el
propio Rasputín. Pero mientras no
hayan pruebas científicas conclu-
yentes que demuestren la autentici-
dad del miembro masculino del
Monje Loco, guardado en formol, el
consenso general entre los zoólogos
apunta a que este órgano
simple-
mente perteneció a un caballo o
bovino.