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Viernes 6 de mayo de 2016
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a semana pasada falleció
Arnold Ernesto Bofinger
(Buby),
propietario de la jo-
yería que lleva su nombre y desde
hace casi medio siglo, sinónimo de
relojería en nuestra ciudad.
Había nacido en Suiza y tenía san-
gre alemana por su padre e italiana
por su madre, que era mendocina.
En una entrevista que le realizó
Diario de Cuyo hace algún tiempo,
decía Arnold: “No tuve precedentes
en la familia. Aprendí de relojería a
los 10 años cuando trabajaba como
cadete en una joyería. Me volqué a
la mecánica de precisión a los 18,
cuando me recibí de enólogo en
1952 y porque no tenía trabajo”.
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En 1956, cuando terminó el servicio
militar Arnold hizo un curso de relo-
jería a distancia. En aquella época
trabajaba durante la mañana como
policía y al mediodía como relojero
en la joyería Tic Tac. En 1958 su te-
nacidad lo llevó a olvidarse de la
fuerza de seguridad, a regresar a
su país natal y perfeccionarse en la
meca de la relojería durante 4 años
(y al lado de un maestro relojero).
Una vez fogueado, en 1962 y a los
28 años, regresó a San Juan y al-
quiló un pequeño local en la calle
Laprida al 75 Oeste que “paradóji-
camente fue de la joyería Grossi”.
Luego de un tiempo “arreglando re-
lojes y luchándola como podía”, en
1969 se asocia con su hermano
Hermes (manejaba la parte conta-
ble) y luego compran el local. Tras
disolver la sociedad, continuó con
su familia – su esposa Esther Sán-
chez y su hija Heidi Erika, a las que
se agregó su otro hijo, Leandro Ar-
nold que dirige la Joyería Búlgari en
la Galería Central.
La foto que ilustra esta nota fue to-
mada en 1962. Quien aparece en
ella es un joven Arnold Bofinger re-
parando el reloj de la Catedral. Ar-
nold se había especializado en
Suiza para atender este tipo de re-
lojes.
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Durante 25 años Arnold Bofinger
fue el encargado del mantenimiento
del reloj que costó 23.000 marcos
alemanes y fue adquirido en 1961 a
la firma Wlund Ems de Frankfort,
Alemania.
Un trabajo que no era para cual-
quiera. Como que el carrilón eléc-
trico acústico tiene 23 tonos, un
teclado que abarca varias octavas y
cuatro altoparlantes de 20 watts
cada uno y permitía emitir además
de la hora, el himno nacional, el an-
gelus y diversos villancicos.
La semana pasada, como decía-
mos al comienzo de la nota, falleció
el hombre que fundó y condujo una
empresa familiar. Pero esta foto de
Arnold lo inmortalizará como el
hombre que durante 25 años fue el
encargado del mantenimiento de
nuestro reloj campanil.
MURIÓ ARNOLD BOFINGER
El hombre que durante 25 años
mantuvo el reloj del campanil