M. es una profesional
sanjuanina que fue abusada
por Mario Napoleón Sasso
cuando ella tenía 10 años y
él era párroco del colegio al
que asistía de niña. Este el
primer caso que se conoce
sobre el accionar del excura
en la provincia. Sasso purgó
una condena por pedófilo
en Buenos Aires, pero ya
está en libertad.
“Yo fui víctima de abuso sexual por
parte del sacerdote Napoleón Sasso
cuando tenía 10 años. Asistía al cole-
gio y hacía poquito que había llegado
él al colegio para cumplir sus funcio-
nes de párroco. La primera situación
de abuso ocurrió durante mi primera
confesión, en la capilla, cuando me
preparaba para la primera comunión.
Yo no entendía qué había pasado”.
Así empieza el relato de M., una profesio-
nal sanjuanina que hoy tiene 37 años y
quien durante muchos años soportó en si-
lencio las secuelas que los abusos de
Sasso le dejaron, entre ellas un serio tras-
torno alimentario.
Cuando en el año 2004 se conoció que el
ahora exsacerdote era buscado en San
Juan por los abusos a cinco niñas en
Buenos Aires, los recuerdos se agolparon
en la mente de M. Sasso estaba prófugo
de la justicia. M. entendió de golpe todo lo
que había sufrido en estos 15 últimos
años de su vida.
El caso de M. es el primero que se co-
noce públicamente en relación al accionar
de Sasso en San Juan, quien en 1995 y a
pedido de monseñor Ítalo Severino Disté-
fano, fue internado en una institución lla-
mada Domus Maria –una especie de casa
de rehabilitación— por algunos “problemi-
tas”. Sasso era un pedófilo y su diagnós-
tico era conocido por la Iglesia.
—¿Qué pasó cuando viste la noticia
sobre Sasso?
—Ahí tomé conciencia de que lo que a mí
me había pasado era real. Cuando a mí
me pasó, tenía 10 años, y la situación de
abuso pasó en la capilla del colegio,
cuando estábamos preparándonos para
Viernes 5 de agosto de 2016
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FUE ABUSADA EN SAN JUAN POR EL CURA SASSO CUANDO TENÍA 10 AÑOS
Una nota de
Betty Puga
“
”
Creo que la Iglesia de
San Juan debe tener
los archivos sobre
estos abusos, pero la
sociedad en general no
lo sabía y si lo sabía
era de rumores y esos
rumores eran negados
“
”
La primera situación
de abuso ocurrió
durante mi primera
confesión, en la capilla,
cuando me preparaba
para la primera comu-
nión. Yo no entendía
qué había pasado
“
”
Con 37 años que
tengo, son 27 tratando
de entender. Es una
situación que perturba
y confunde mucho.
Son muy tristes las
estadísticas de
abuso en niños
mamá. Después hablé con una profesora
de la Católica, que fue quien me dijo que
Sasso había sido llevado a una casa de
rehabilitación en Buenos Aires. Ahí em-
pecé a seguirle el rastro. Acá se encubrió.
—Sos hasta ahora la primera persona
que denuncia el accionar de Sasso en
San Juan de manera pública...
—
Cuando tomo contacto con el libro de
Mauro Szeta (“Secretos sagrados”), me
doy cuenta de que también fue encubierto
y ayudado a salir del país. Eso me generó
mucho bronca. Pensaba hasta dónde uno
tiene inculcado que un perverso nunca va
a formar parte de la iglesia.
—¿Qué sentiste al leer el libro?
—Hice como el estudio de los casos y
descubrí que tenía el mismo modus ope-
randi — la masturbación, el toqueteo,
pero no llegaba a la penetración de las
víctimas—. Eso me ayudó a confirmar mi
vivencia. Ahí decidí comenzar a ponerle
palabras a lo que me pasó y eso me
ayudó bastante.
—¿Fue liberador contarlo?
—No, la primera vez, cuando se lo conté
a mi mamá, me generó mucha angustia.
Mi mamá se agarraba de los pelos porque
no se había dado cuenta. A veces fue un
alivio, pero socialmente no, a veces era
cambiar de tema. “Esto no es lindo de
cabas.
—Sí, en ese momento no lo entendí, no
lo vi. Varones y mujeres cuando empeza-
mos a descubrir el cuerpo tenemos esos
juegos. Para mí no era pecado hasta que
me dijo que era pecado y entonces lo fui
a confesar. Ahí fue la primera situación
con él y luego en los pasillos del colegio.
Yo estaba esperando que me cosieran el
ruedo del guardapolvo, y él pasó por el
pasillo y aprovechó de tocarme.
—¿Cuánto tiempo soportaste eso?
—Al poquito tiempo no lo vi más, se fue
del colegio. Yo sentía que algo no estaba
bien, pero no podía entender. No lo
puede hablar, mis compañeras me decían
que me iba a ir al infierno. Hasta que vi la
noticia del diario y dije: Sí, es real y co-
mencé a revivir recuerdos, sensaciones,
que me llevaron a hacer terapia y meta-
bolizarlo. Con 37 años que tengo, son 27
tratando de entender. Es una situación
que perturba y confunde mucho. Son
muy tristes las estadísticas de abuso en
niños.
—¿Es una situación muy difícil de en-
tender por el otro, lleva mucho tiempo
poder salir adelante, no?
—Sí, hasta el día de hoy, salvo mi familia
que cuando lo conté me entendió perfec-
tamente, hay gente cercana que me ha
dicho: “Mirá, no lo contés, vas a exponer
a tu familia, te vas a exponer vos. Ya
está, déjalo”. Cuando me entero de la no-
ticia, lo primero fue contarle con mi
la primera comunión. Yo les conté a mis
amigas en ese momento y me dijeron que
era una mentirosa y que me iba a ir al in-
fierno por eso. Entonces me callé.
Cuando salió la noticia, fue mi mamá
quien me dijo: “Mirá, al cura con que hi-
ciste la comunión lo buscan por abusa-
dor”. En ese momento le conté todo a mi
mamá, le dije que ese sacerdote había
abusado de mí. A partir de ahí empecé a
hacer terapia para entender lo que me
había pasado. Mi terapeuta me explicó
que el trastorno alimentario que sufría
tenía que ver con esta situación de
abuso.
—Ahí comenzaste a procesar todo lo
que te pasó...
—Durante mi adolescencia tuve un tras-
torno alimenticio, anorexia, y cuando em-
piezo a hacer terapia mi analista me dijo
que tenía que ver con eso, que era como
despojarse del cuerpo porque era porta-
dor del deseo... ¡A partir de que a mí me
sucede esto, no entendí nada! Criada en
una familia católica no entendía cómo un
cura tenía ese comportamiento conmigo.
Me dijo que tenía que quedar en silencio.
Me confundió... Hoy entiendo que ese
comportamiento es el que tienen los psi-
cópatas, los perversos... Después vivo
una serie de experiencias emocionales,
por el trauma, por ejemplo para mí sentir
el cuerpo era sentir asco.
—Cuando sucedió este hecho, a vos te
habían cambiado de colegio hacía
poco y no tenías aún amigas ¿sentís
que Sasso aprovechó tu vulnerabili-
dad?
—Sí, él al principio se empezó a acercar
en los recreos. Me costaba socializar y
como una araña fue tejiendo la red en la
que me atrapó. La primera situación de
abuso fue en mi primera confesión. Él
había hecho hincapié en que el examen
de conciencia debía estar enfocado en
ciertas conductas que uno tiene, como el
descubrimiento del cuerpo o ciertos jue-
gos con amigos.
—O sea quería que confesaras si te to-
“Si la Iglesia no lo hubiera