El Nuevo Diario - page 17

Viernes 31 de marzo de 2017
historias de
asesinos seriales
argentinos
5
El primer asesino serial
CASOS QUE DEMUESTRAN
QUE EL MAL EXISTE
17
Rosa
Ponce de
Nicola y
sus hijas
Clara y
Catalina
Cayetano Grossi
s
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s
CAYETANO GROSSI
Cuesta creer que sus
historias sean verdad.
Parecieran salidas de
una película de terror,
algo inventado. Pero lo
cierto es que ellos son
los asesinos seriales
más oscuros que tuvo
la historia argentina.
Mataron sin piedad a
sus víctimas ya sea a
tiros, cuchillazos,
veneno o a mano
propia. Sus historias
son tan increíbles que
hoy en día a muchas
las convirtieron en
novela, series, libros y
películas.
C
ayetano Domingo Grossi fue el
primer asesino serial de la his-
toria argentina. Asesinó a sus 5
hijos recién nacidos que tuvo como
fruto de la violación a las que sometía
a sus dos hijastras.
En 1896 un trabajador encontró cerca
de una fábrica de grasa, una bolsa que
contenía brazos de un recién na-
cido. El titular de la comisaria 12 in-
formó el hallazgo, ordenó una
inspección ocular de lugar, hallándose
entre la basura un cráneo destrozado,
piernas, y el brazo restante, dejando
bajo vigilancia el sitio. Ese mismo día
cuando uno de los camiones recolecto-
res descargó residuos apareció el
tronco, completándose así, el cadáver
del bebé.
La autopsia llevada a cabo determinó
que el niño había muerto por la fractura
de cráneo. La investigación no arrojó
resultados positivos, quedando el cri-
men sin resolución.
Dos años después, el 5 de
mayo de 1898, se encontró en el
mismo lugar, un nuevo cadáver de un
recién nacido con el cráneo destrozado
y en avanzado estado de descomposi-
ción. En sus brazos y manos existían
signos de quemaduras de primer y se-
gundo grado. El cuerpo, según las peri-
cias forenses efectuadas, tenía 4 días
de vida y su muerte se había producido
por compresión violenta de la parte an-
terior del cuello.
En la investigación, alguien notó que el
cadáver había aparecido envuelto
en arpillera y trozos de saco de un
hombre, de casimir negro. Por algunas
direcciones postales que entre los des-
perdicios rodeaban el cuerpo, pudieron
establecer que un camión había reco-
gido esa basura y los restos humanos.
Demorado Grossi y después de ser in-
terrogado, confesó que había visto los
restos, pero que por temor a verse in-
volucrado, había decidido no decir
nada a la Policía.
Revisados exhaustivamente los ele-
mentos recogidos, las pesquisas nota-
ron que el pedazo de saco con
numerosos remiendos hechos con gé-
nero de luto, tenían un notable des-
gaste en las espalderas, como si lo
hubiera usado un vendedor ambulante
portando canastas con correas y que
en sus bolsillos, había restos de ciga-
rrillos y granos de anís, lo que hizo
considerar a las autoridades, la posibi-
lidad de que su portador último
fuese español o calabrés, ya que éstos
solían tener el hábito de las semillas de
anís. Las demás prendas, por su cali-
dad y estado, sugerían la pobreza de
su dueño.
Así, los policías, tomando como zona
de rastrillaje la misma que recorría dia-
riamente el camión de la basura y
orientando la búsqueda a gente de es-
casos recursos; pudo localizar y tomar
conocimiento el 9 de mayo de 1898,
que en una casa de la calle Artes 1438
(hoy Carlos Pellegrini) en el barrio de
Retiro en Buenos Aires, vivía una fami-
lia que vestía siempre de luto.
La citada familia estaba compuesta por
una mujer, llamada Rosa Ponce de Ni-
cola, su cónyuge, Cayetano Domingo
Grossi; dos hijas mayores de Rosa,
Clara y Catalina y otros tres niños me-
nores de edad.
La Policía pudo saber por testimonios
de los vecinos, que Grossi mantenía
relaciones íntimas con sus hijastras.
Pudo establecerse, además, que Clara
poco tiempo antes había estado emba-
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