El Nuevo Diario - page 11

11
Viernes 1 de julio de 2016
agenda
Juan Carlos Bataller
Juan Carlos Bataller @JuanCBataller
Juan Carlos Bataller
M
i amigo Alberto tuvo un
bisabuelo que vino de
Italia en 1908, con sólo
15 años.
Aquel viejo bisabuelo, que tam-
bién se llamaba Alberto, no sabía
leer ni escribir y cuentan que ni
siquiera aprendió a hablar bien el
español.
Pero tuvo una volun-
tad que doblegaba cualquier
barrera.
Acá trabajó en mil oficios hasta
que logró comprar una propiedad
y comenzó a labrar la tierra vir-
gen transformándola en una her-
mosa finca que llegó a producir
un millón de kilos de uva y dar
trabajo a quince familias.
s s s
En 1917 nació el abuelo de Al-
berto.
Cuentan que desde chico apren-
dió a doblar el lomo en el surco,
junto a su padre y sus hermanos.
Aquella familia de inmigrantes
logró que tres de sus seis hijos
fueran profesionales.
Dicen que todos trabajaron en la
finca y los más grandes no pudie-
ron ir a la universidad porque
aquellas familias se fijaban objeti-
vos y tenían que optar. No podían
darse el lujo de que todos se fue-
ran a Córdoba o Buenos Aires a
estudiar. Sólo pudieron hacerlo
los menores mientras los herma-
nos mayores quedaban acá, ha-
ciendo crecer la propiedad.
El caso es que en los años 50 la
familia no sólo tenía hermosas
fincas sino también una bodega,
despachaban vino a los grandes
mercados y daban trabajo a 50
familias.
s s s
En 1940 nació el padre de Al-
berto.
Ya la familia era muy grande.
Como que llegaron a ser 22 pri-
mos hermanos.
Algunos de ellos fueron profesio-
nales. Otros apenas terminaron
el secundario. Entre los primos
hubo docentes universitarios,
hombres de empresas, dirigentes
de fútbol, aventureros y hasta al-
gunos que –dicen-
se las inge-
niaron para vivir sin trabajar.
Ya las reuniones familiares eran
sólo parciales pues –comentan-
siempre se terminaba discutiendo
por temas de la empresa.
Claro, a los 22 primos había que
agregar sus cónyuges y en algu-
nos casos hasta los hijos mayo-
res. Y todos, los que trabajaban
y los que no lo hacían,
se sen-
tían con derecho a opinar.
s s s
Mi amigo Alberto tiene 41 años y
un título universitario.
Está casado, tiene tres hijos y ha
viajado por el mundo.
Hace tiempo que la familia dejó
de ser próspera.
La empresa sufrió los avatares
del país y finalmente fue com-
prada por gente que vino de
afuera.
Pero antes que eso ocurriera, ya
Alberto y varios de sus primos
habían optado por otros cami-
nos.
Algunos se metieron en la polí-
tica y no les fue tan mal. No es
que fueran políticos relevantes
pero consiguieron alguna
asesoría, un cargo en la
justicia o al menos un em-
pleo público y ahí están,
juntando años con la tran-
quilidad que da la estabi-
lidad y con la esperanza
de que algún día llegará
la jubilación
.
Varios de los parientes
emigraron. Algunos a otras
provincias. Los que esta-
ban más preparados prefi-
rieron irse al exterior y
sólo de vez en cuando,
me contó Alberto, tienen
noticias de ellos. Dicen
que dos primos se radica-
ron en el pueblo que en
1908 dejara el bisabuelo…
s s s
Hace algunas noches
salí a comer con Al-
berto.
Hablamos de mu-
chas cosas.
Me extrañó que viniendo de una
familia de pioneros, de empresa-
rios,
en ningún momento ha-
blara de proyectos en el campo
empresarial, de interés en crear
una fuente de trabajo por pe-
queña que fuera o de, aunque
más no sea, ejercer indepen-
dientemente su profesión.
Aunque se queja de los bajos
sueldos, está conforme con su
empleo que le permite trabajar
de lunes a viernes en hora-
rio corrido.
Tampoco es un apa-
sionado de la política, aun-
que habla pestes de los
políticos corruptos y del Es-
tado.
s s s
¿Saben?
No me hizo bien la charla con
Alberto.
Yo escuché mucho hablar de
sus abuelos, de lo trabaja-
dores y emprendedores que
eran.
Pensaba que algo de aque-
llo debía quedar en la heren-
cia genética.
Pero… ¿qué quieren que les
diga…?
Es como si aquella
sangre pionera se hubiera li-
cuado, como si aquel fuego sa-
grado se hubiera apagado.
No advertí en sus ojos aquellos
sueños de mares, de cielos, de
trabajo, de progreso que ví en las
fotografías del “nono” inmigrante.
Alberto,
me parece, sólo tiene
módicos sueños de fin de mes.
Es cierto, el mundo cambia y la
gente también.
Pero qué lindo habría sido
salir a cenar
con el otro Al-
berto, el viejo nono al que
sólo conocí en fotogra-
fías.
s
COLUMNISTAS
Mi amigo Alberto
1...,2,3,4,5,6,7,8,9,10 12,13,14-15,16,17,18,19,20,21,22,...28
Powered by FlippingBook